El proyecto no puede tener un nombre más acertado, la Universidad del Mar, en una ciudad como Algeciras cuya historia está vinculada íntimamente a las olas que rompen en sus muelles y playas. En Murcia y también en varios países latinoamericanos existen centros con esa misma denominación que aprovechan sus lazos con el medio marino para tratar temáticas relacionadas con él y atraer cada año a centenares y miles de alumnos, profesores e investigadores. En el caso de Algeciras y a la espera de más concreciones, se persigue la misma meta a través de la construcción en el extremo norte del Llano Amarillo de un centro destinado a acoger de forma continúa estudios de másteres, cursos, conferencias y todo tipo de actos académicos relacionados con la temática portuaria y del mar a tan solo unos metros de las aguas de la dársena y a la sombra de las grúas del primer puerto de España por volumen de mercancías y personas.
La propuesta de la UCA, que cuenta con el apoyo decidido del Ayuntamiento de Algeciras, la Junta de Andalucía y la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras (APBA), supondría de llevarse a la realidad un empujón en el plano académico para Algeciras, una ciudad -como el conjunto del Campo de Gibraltar- muy necesitada de acabar con tantos prejuicios en torno a su imagen y de hacerse con nuevos referentes. Pero la Universidad del Mar sería también importante para Algeciras por otros dos motivos: el urbanístico y el social.
En una población del tamaño e importancia de Algeciras es difícil encontrar un espacio público en un enclave tan privilegiado y amplio como el Llano. Y abandonado. Su reforma urbanística lleva pendiente décadas y ninguno de los planes esbozados hasta ahora han podido ser llevados a la práctica. La Universidad del Mar puede ser el primer paso para que la ciudad recupere el Llano con una dotación pública, si bien el departamento de Urbanismo y la APBA deben evitar a toda costa que el resultado final sea un traje a retales. Como otras veces hemos defendido en este espacio, el Llano requiere de un proyecto global, no de una suma de planes aislados, de tal forma que el resultado sea una zona unida al casco urbano mediante una conexión con la Plaza Alta, a través del espacio que un día de liberará con el derribo del parking ilegal donde se hallaba la vieja Escalinata.
El beneficio social es parejo a todo esto. Una universidad es, por definición, motor de conocimiento y de pensamiento crítico, con una dinámica que se retroalimenta y expande por su entorno físico inmediato. La ocasión merece pensar en grande y Algeciras lo merece.
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