Al sur del sur

Javier Chaparro

jchaparro@grupojoly.com

Unidad

Tan solo los personajes más imprudentes anteponen el mantenimiento de la actividad económica a la salud

Imposible abstraerse de las consecuencias a las que la pandemia del coronavirus nos está arrastrando y dejar a un lado las terribles cifras de millones muertos y enfermos con secuelas en todo el mundo. En el Campo de Gibraltar y hasta el pasado viernes, el número de casos activos era de 580, 62 de los cuales pertenecen a internos y trabajadores de la residencia de ancianos Miramar de Algeciras. La segunda oleada de contagios en España nos ha conducido a una nueva declaración de estado de alarma y de toques de queda en numerosos municipios y provincias, un confinamiento selectivo que ya se ha adoptado en muchos de los países de nuestro entorno y al que el Gobierno y las comunidades autónomas darán paso de forma inminente, si no lo han hecho ya cuando usted lea estas líneas. Todo sea por no volver a ver este invierno las UCI de los hospitales saturadas y no contar por decenas los fallecidos de cada día. Hasta el máximo responsable de Turismo en la Junta de Andalucía, el vicepresidente Juan Marín, ha apostado por tomar medidas drásticas y "cerrar quince días" si fuera preciso los establecimientos del sector en determinados territorios para poder salvar la campaña de Navidad.

Tan solo los personajes más alocados e imprudentes se oponen a este incómodo pero obligado paso atrás. Con la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, como primera abanderada, anteponen el mantenimiento de la actividad económica a la defensa de la salud, lo que viene ser confundir el tocino con la velocidad: hacer oposición al Gobierno con hacer caso omiso a las recomendaciones de los expertos en epidemiología. Afortunadamente, el resto de presidentes autonómicos del PP, incluido el andaluz Juanma Moreno, y hasta sus socios de Ciudadanos han dado completamente de lado a Díaz Ayuso.

De la misma forma que el virus nos ha retrotraído sin freno al mes de marzo, los principales partidos deben volver ahora a la unidad de criterio con la que entonces se logró reducir el número de contagios hasta cifras controlables. Es ahora -derrotada la extemporánea moción de censura de Vox y una vez que Pablo Casado ha resucitado por méritos propios como líder de su partido y de la derecha- cuando PSOE y PP están forzados de nuevo a entenderse en lo básico y a liderar esa toma de decisiones. En las manos de ambos está acordar medidas que sirvan para acabar con el virus, esta vez sí y de forma definitiva, sin que los errores que se puedan cometer al recorrer un camino desconocido por todos sirva para tirarse los trastos a la cabeza.

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