El mástil

José / Villalba / Josevillalba@inicia.es

Torre inclinada

ME fascina la capacidad para las declaraciones rimbombantes que lucen a menudo los políticos y algunos burócratas a su servicio. Pondré un ejemplo. La semana pasada, el Consejo de Ministros aprobó la creación nada menos que de un Observatorio de la Lectura y el Libro. El Ministro de Cultura dijo que "este organismo se constituye como foro de análisis permanente sobre la situación del libro, la lectura y las bibliotecas" y que es "un órgano que deberá basarse en el trabajo conjunto y en la búsqueda de consensos para alcanzar dictámenes adecuados al mejor futuro". Ahí es nada. Suena bien, ¿verdad? O, por lo menos, suena. Lo que, para algunos, puede ser suficiente. Lástima que, apenas unos días más tarde, la realidad haya impuesto su ley con insolencia. El informe PISA (¿a quién se le habrá ocurrido ponerle nombre de torre inclinada?) desvela que el nivel de comprensión lectora de los alumnos españoles de quince años ha descendido de forma muy notable. España es el país de la OCDE que más ha visto empeorar su nivel de lectura desde el año 2000. Proliferan alarmantemente los alumnos que abandonan su etapa educativa reducidos a la condición de auténticos iletrados. El problema es muy grave y contamina a otros niveles de la formación académica. Da grima leer, en la administración y en las empresas, los correos electrónicos enviados por algunos jóvenes técnicos recién incorporados a la vida laboral. Parecen escritos por chimpancés narcotizados. Embelesa toda esa música de libros, observatorios y futuros mejores. Pero si ni siquiera aprendemos ya a leer y escribir, ¿para qué tanta comedia con los libros?

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