¿Torpeza o globo sonda?

La crisis de la nación ya ha alcanzado tal grado de necrosis que ya es parte de la conciencia política común

Cuando ya es audible el afilar de cuchillos que precede a toda campaña electoral, va Elías Bendodo, flamente coordinador general del nuevo PP a la sombra de Feijóo, y se descuelga en unas declaraciones en la prensa escrita con eso de que "España es un Estado plurinacional". Aunque hoy parezca que se puede decir todo en cualquier parte sin temor a consecuencias desagradables, es la primera vez que un dirigente del PP se permite negar de ese modo la existencia de la nación española, sillar sobre el que se asienta todo el edificio constitucional. Porque, se diga lo que se diga para arreglar el absurdo embrollo, el torpísimo tiro en el pie, si España es un estado sin nación española que lo sustente y sea el sujeto soberano, entonces la Constitución se desinfla y reduce a polvo, pues la soberanía correspondería a las naciones que de grado o por fuerza se integran en esa construcción. Que opinen eso los que llevan años pretendiendo volar el estado español con el sano propósito de liberar a las naciones históricamente aherrojadas por él (por favor, activen modo irónico), a nadie puede sorprender. Ver al PP en ello, aunque hayan mediado unas rectificaciones nada aclaratorias y menos satisfactorias, sólo se explica por dos razones de muy distinto calado.

La primera, la más grave, es porque la crisis de la nación, de la misma idea de España, ha alcanzado tal grado de necrosis que ya es parte de la conciencia política común. Prefiero pensar, sin embargo, que más bien estamos ante un episodio añadido en el radical divorcio entre el pueblo español y las elites dirigentes sobre un modelo, el autonómico, que cada vez da mayores muestras de agotamiento y, al mismo tiempo, de haberse convertido en un instrumento imposibilitador de cualquier proyecto común. La segunda, interna del PP aunque con proyección al panorama general: el precio de metamorfosear a Alberto Núñez Feijóo en dirigente nacional es asumir su política en todo lo que respecta al problema territorial. Como saben muy bien los gallegos, no hay en Galicia diferencia apreciable alguna entre la propuesta del PP en el gobierno autonómico y la que durante muchos años sostuvieron Convergencia en Cataluña y el PNV en el País Vasco. Aunque Feijóo recite de memoria el artículo 2 de la Constitución -y encima se equivoque-, los hechos son los hechos y Elías Bendodo, todo menos cándido, parece haber sido el primero en sacar las debidas conclusiones

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