Crónica personal

Pilar Cernuda

El 'Tomate'

SE acabó lo que se daba, se acabó el tomate. El tomate de la tele, no el político, que ése está en cambio en su mejor -o peor- momento, con todas las espadas en alto y el "todo vale" en cabeza del hit parade nacional.

La abajo firmante no ha visto el programa de J.J. Vázquez más que un par de veces, entre otras razones porque es impensable que un periodista político se encuentre en casa a primera hora de la tarde; pero sí ha sabido de multitud de historias contadas en el polémico programa, y sí ha tenido posibilidad de seguir algunos episodios en esos programas que se dedican a recopilar lo más sabroso, o disparatado, que sale en antena. Y, la verdad, la decisión de eliminar de la parrilla un programa de esas características tendría que ser considerada una medida de salud pública. Porque una cosa es el entretenimiento y otra la zafiedad, una cosa es la diversión y otra encadenar una mentira tras otra, una cosa es el espectáculo televisivo y otra la falta sistemática de respeto.

Por muy bien hechos que estén los guiones, que lo estaban, y por muy profesionales que sean los presentadores, que sin duda lo eran, no deja de provocar rechazo que una empresa de televisión profesionalmente seria, asentada en un país serio, dé cabida a un espacio en el que se vulneran sistemáticamente las leyes que defienden el honor y la imagen de los ciudadanos; un espacio que confunde el derecho a informar con la intromisión intolerable en la vida privada de las personas, que inventa escándalos para incrementar el índice de audiencia, que no duda en recurrir a los montajes, que tiene en nómina a una serie de personajes que hacen cuanto está en su mano para convertirse en noticia inventando historias de las que supuestamente son protagonistas, y que no tienen el menor pudor en utilizar cámaras y mocrófonos ocultos, asediar a familiares de "famosos" -incluso menores- y en dar voz a quienes escriben libelos sabiendo que son libelos, falacias desde la primera a la última línea, y que se pasean por determinados platós sabiéndose impunes porque los protagonistas de esos libelos no quieren darles más publicidad con la presentación de querellas y demandas.

Los profesionales de la televisión no merecían que programas como el Tomate fuera ejemplo de lo que hay que hacer para llegar a los niveles máximos de audiencia; y los espectadores merecen tener la seguridad de que pueden colocarse ante la pantalla sabiendo que van a ver un programa divertido, entretenido, incluso escandaloso, pero digno. Lo que va contra todas las normas es que se presente como un programa de actualidad lo que no es más que una sucesión de historias y episodios que pretendían hacer pasar por ciertas, por verdades como puños, y que no tenían nada que ver con la realidad.

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