Tocando fondo

La izquierda navega entre la fragmentación y el desconcierto y la derecha reacciona fortalecida

A HORA que empezamos a caminar de nuevo, con un Gobierno vigilado, lleno de esas debilidades que fortalecen la democracia y producen las mayorías relativas, se me antoja la ocurrencia de observar la situación en que nos ha dejado este largo tiempo perdido por causa de la escasa inteligencia colectiva que guía nuestros destinos, de los personalismos y los egos; de la subjetividad, en fin, y de la estrechez de miras de una clase política que carece, en su conjunto y en algunas de sus partes, de sentido de Estado. Una izquierda que navega entre la fragmentación y el desconcierto, el asamblearismo y el caos ideológico, y una derecha que reacciona fortalecida, cohesionada y, por el momento y por lo que se ve, indiscutible y sólidamente liderada.

Aun considerando que Europa es un proyecto al que le queda mucho recorrido, pero constatando que su estándar de economía social de mercado no admite réplica, España parece encontrar su sitio apoyándose en ese lado del espectro más preparado, por afinidad, para administrar el modelo mixto adoptado por el entorno sociopolítico al que pertenece. El equilibrio entre la libertad y la dependencia que supone asumir que la iniciativa privada debe tener en cuenta los desequilibrios y las desigualdades que provoca el sistema, exige unos esfuerzos que de ser reconocidos y admitidos conducirían a un estatus mejorable, pero satisfactorio.

A los seis meses transcurridos desde el veinte de diciembre hasta el veintiséis de junio, les han hecho falta cuatro más para concluir que lo que pasaba diez meses atrás era ya suficientemente explícito. El todos contra los que quedan porque son otros, no conduce más que al abandono de los objetivos, a la desidia y al desgobierno. El debilitamiento en España de la socialdemocracia no es un fenómeno aislado en Occidente, pero su peligrosa intensidad es fruto, entre otras cosas y primeramente, de la ambigüedad de sus dirigentes, preocupados por la supervivencia del grupo y de sus actores en lugar de estarlo por los intereses generales del Estado y por el bienestar de los ciudadanos.

Al borde de la primavera del 2004, un terrible y oscuro atentado del que nunca conoceremos los detalles importantes, nos trajo envueltos en la socialdemocracia unos sujetos de cuyas limitaciones no nos hemos recuperado. Estoy convencido de que sus funestas estelas van a ir extinguiéndose entre coletazos, pero aún tendremos que sufrir sus estertores.

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