Ahora que se vislumbra el final de este periodo de crisis sanitaria por la Covid-19, el confinamiento ha demostrado ser una medida eficaz para contener la epidemia. Desde su entrada en vigor en España se ha reducido el crecimiento de los contagios del 30% al 1%. Esta afirmación no la discute nadie ni dentro ni fuera de España, especialmente los epidemiólogos y la Organización Mundial de la Salud.

Desde el inicio de la crisis, la comunidad científica depositó sus esperanzas en esta estrategia epidemiológica conocida como supresión, es decir, el distanciamiento intensivo y forzoso para aplanar la consabida curva de incidencia y evitar la saturación hospitalaria, frente a la mitigación, que prioriza la creación de una inmunidad de grupo permitiendo la propagación ralentizada y controlada del virus.

Tras más de 70 días de confinamiento, nuestro sistema sanitario está exhausto y diezmado, la ciudadanía está cansada y harta, pero las prisas pueden echar por tierra lo conseguido. Existe el riesgo alto de que, si se relajan demasiado pronto las medidas de supresión y nada las sustituye, puede haber un rebrote de contagios.

Pues bien, parece que todos los sacrificios realizado por el conjunto de la población se han olvidado en estas últimas dos semanas, al menos es lo que se percibe en los medios de comunicación. Algunos ciudadanos han salido a las calles saltándose esas normas de confinamiento. ¿Dónde está su responsabilidad, solidaridad y respeto hacia los demás? ¿Pesa más su egoísmo y sus intereses políticos que los más de 28.600 muertos y 235.000 contagiados?

Algunos pueden pensar que mis palabras son fruto de la polarización política de este país, pero no, ni siquiera he votado a ninguno de los partidos que están en el gobierno de coalición, aunque sé quién lo hace bien y quién lo hace mal, y no entiendo ni comparto la incitación al enfrentamiento, el odio y la división frente a una pandemia para la que no estábamos preparados.

Ojalá la dinámica de este país y de sus partidos fuera otra. Ojalá sus intereses se centraran en las transformaciones sociales y económicas que este país necesita. Y ojalá su preocupación fueran los comedores sociales, las residencias de mayores, el trabajo digno y la exclusión social.

No quiero dejar de dar las gracias a esa inmensa mayoría que se está comportando de manera ejemplar. Sin embargo, ahora, en la segunda fase de la escalada, empieza lo difícil porque la responsabilidad recae sobre cada uno de los ciudadanos. ¿Estaremos a la altura?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios