TV y poder

Esa capacidad de sojuzgamiento de la voluntad, es la que convierte la televisión un medio de masas

La anécdota la cuenta Eco en Obra abierta, allá por los primerísimos 60. Una señora está planchando mientras ve la televisión (aquellas televisiones en blanco y negro, llenas de misteriosas válvulas, que los técnicos retiraban con unción, movidos por una suerte de terror sagrado), digo que una señora estaba planchando frente a la "caja tonta", como entonces se la llamó, y al momento se le escapa, como al desgaire, una tímida queja, que define con rigurosidad el vínculo del espectador con el espectáculo televisado: "¡Hay que ver esta tele, que no me deja ni planchar!". Esa capacidad de estupefacción, de parálisis, de sojuzgamiento de la voluntad, es la que convierte la televisión un medio de masas particularmente atractivo para el poder. Con lo cual, no es difícil entender por qué la primera batalla importante que han librado el PSOE y Podemos sea ésta de quién gobierna el ente.

El Medievo sabía, por Bernardo de Claraval, por Hugo de San Víctor y por muchos otros, que la imagen guarda una inmediatez que la palabra acaso nunca posea. Las vastas catedrales de aquella hora no son sino una réplica legible de la Creación donde la sierpe y el trasgo conviven, en feliz desorden, junto a una belleza pura. También la Contrarreforma sabrá que la imagen es el cauce más oportuno para promover la compasión, el desprecio del mundo y el libre albedrío. Y es el XX vanguardista del pintor Renau quien define el cartel como "un grito pegado a la pared". Pues bien, toda esa locuacidad silente es la que ponen en movimiento el cine y la televisión, y no el honorable y maltrecho oficio de la prensa escrita. Pero digamos que la televisión ya sabía algo que el cine sólo supo, sólo quiso utilizar de un modo discontinuo: la imagen y la palabra unidas son, tanto como un extraordinario útil educativo, una formidable herramienta publicitaria. De modo que ahí tenemos a don Pedro Sánchez y a don Pablo Iglesias denunciando la intolerable politización del ente durante el marianismo, cuando, de pronto, ay, se nos revela el carácter propagandístico de sus desvelos.

Quién será, finalmente, el presidente de la RTVE es algo que sabremos en breve. De momento, ya hemos conocido que el prestigio periodístico o las dotes directivas no eran un requisito prioritario. No en vano, un diputado irónico ha propuesto a Lauren Postigo como candidato al puesto. Lo cual no quita, claro, para que este proceso selectivo guarde ciertas similitudes con El Corral de la Pacheca.

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