Sufragio femenino

Parece que nadie está dispuesto a buscar la verdad de los hechos. Es más fácil repetir mentiras y consignas

Viendo lo que se está diciendo estos días sobre el debate del sufragio femenino -aprobado por la República hace ahora 90 años-, está claro que nos dedicamos a repetir sin más consignas y bulos que nos han llegado a una cuenta de Whatsapp o que hemos visto en un chat de Forocoches. Un momento histórico muy complejo que supuso en su día debates y matizaciones y puntos de vista muy difíciles de resumir en dos patadas, nosotros lo convertimos en la típica pelea a garrotazos entre monigotes que representan posturas insalvables: los buenos y los malos; los nuestros y los otros; los rojos y los negros. Lo que sea.

Según he leído estos días, la buena en el debate sobre el voto femenino era Clara Campoamor, la diputada liberal que hizo una defensa apasionada del voto femenino. Y la mala sería la diputada de izquierdas Victoria Kent, una mujer muy vinculada a Sevilla que votó en contra del sufragio femenino. Otra mujer de izquierdas, Margarita Nelken -esta sí diputada del PSOE-, no votó en ese debate porque aún no era diputada, aunque mantuvo la misma postura que Victoria Kent y se opuso al voto. Resumiendo: el PSOE votó que no.

Pues no, las cosas no fueron como se nos quiere hacer creer. El PSOE votó decididamente que sí al sufragio femenino. Y si Victoria Kent y Margarita Nelken se opusieron al sufragio, no fue porque estuvieran en contra del voto femenino; al contrario, las dos eran mujeres muy feministas. Lo que pasa es que creían que era una medida precipitada que iba a perjudicar a los sectores más avanzados de la República porque el voto femenino iba a ir mayoritariamente a la derecha. Y así fue: en las siguientes elecciones, las de 1933, las mujeres pudieron votar por primera vez y hubo una victoria muy abultada del centro derecha. La coalición republicano-socialista que había gobernado hasta entonces tuvo que irse a la oposición.

Saber estas cosas exige leer, investigar y reflexionar un poco. Todo esto está al alcance de cualquiera que tenga un ordenador y un poco de tiempo libre, pero parece que nadie está dispuesto a buscar la verdad de los hechos y a pensar por su cuenta. Es más fácil repetir mentiras, bulos, rumores, consignas. Es más fácil gritar lo que gritan los que tienes a tu lado y se dicen tus colegas. Cualquier cosa menos pensar un poco e intentar buscar la verdad. Es el signo de los tiempos.

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