Si no nos bastaba con uno, estos días han coincidido dos submarinos de propulsión nuclear en Gibraltar. El submarino nuclear británico HMS Audacious llegó al Peñón el pasado fin de semana, y al parecer, según publica un medio especializado en noticias y análisis sobre la Royal Navy, ha estado cargando misiles tipo Tomahawk en la base naval del Peñón. El HMS Audacious ha coincidido con otro submarino también de propulsión nuclear, en este caso de la marina de los Estados Unidos, el USS Georgia.

Parece correcta la decisión del Gobierno español de formular una protesta diplomática ante los Estados Unidos por la visita del submarino americano cuando ambos países tienen un acuerdo en vigor que permite la utilización de la base de Rota que ofrece mejores condiciones de seguridad.

La reparación del submarino de propulsión nuclear Tireless en Gibraltar, que estuvo un año atracado reparando una avería del circuito primario de refrigeración de su reactor nuclear, puso de manifiesto hace más de veinte años los enormes riesgos de utilización de la base de Gibraltar en una bahía semicerrada y densamente poblada que, debido al conjunto de controversias en torno a la Roca, no dispone de mecanismos ni protocolos coordinados de emergencias en caso de catástrofes con posibilidad de contaminación radioactiva. Frente a la complicidad del Gobierno de Aznar con el británico, la reacción popular y social del Campo de Gibraltar fue de una enorme magnitud, con una altísima movilización en contra de la reparación de submarinos nucleares en Gibraltar. Desde entonces, el Peñón ha recibido más de un centenar de visitas de submarinos nucleares, como documenta en un trabajo excelente el periodista Luis Romero Bartumeus en la Revista Cuadernos de Gibraltar de la UCA.

Esta presencia de embarcaciones con dispositivos nucleares representa un riesgo inaceptable para España y su población y el Reino Unido debería ser sensible a esta situación, máxime cuando después de su salida de la UE se está negociando, en teoría en un marco de buena fe, un estatuto europeo para Gibraltar que le permita minimizar las consecuencias e impactos negativos de su salida. Por supuesto, el Reino Unido proyecta jurisdicción y soberanía sobre Gibraltar y sus espacios marítimos adyacentes de acuerdo con el derecho internacional del mar, pero su ejercicio debería ejercerse de forma responsable y atendiendo a las circunstancias especiales y singulares de la bahía en la que habitan del lado español más de doscientas cincuenta mil personas cuya seguridad se pone en riesgo con cada visita de un submarino con propulsión nuclear.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios