Este periódico publicó el primer día del año unas declaraciones del ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, afirmando que tanto España como la UE están preparadas por si finalmente no se consigue cerrar un acuerdo con el Reino Unido en relación con el estatuto europeo de Gibraltar después de la salida de ese territorio de la UE.

Es cierto que según las pocas informaciones que han podido transcender del proceso negociador podemos deducir que la UE, con un papel activo y de liderazgo de España, ha impulsado una propuesta de acuerdo global, razonable y equilibrado sobre la base de lo acordado hace dos años y podemos interpretar que es desde el Reino Unido donde se paraliza el avance de la negociación. No obstante, ante la eventualidad de un rechazo británico a los términos del acuerdo, desde mi punto de vista la realidad es que España no está preparada ante un escenario de no acuerdo. Tal vez, desde la lejanía del ministerio y en un plano absolutamente teórico se pueda defender esa posición; desde la realidad del Campo de Gibraltar la perspectiva es completamente diferente. El referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE se celebró el 23 de junio de 2016, esto es, ha transcurrido un tiempo suficiente para estudiar, identificar, definir y tratar de prever y corregir los impactos negativos de la decisión, legítima por otra parte, de salida del club europeo. Parece obvio que, con consecuencias globales para la UE, las dos fronteras terrestres afectadas sufran con mayor intensidad la incidencia de la salida. Una es Irlanda y la otra Gibraltar. Aquí ninguna de las administraciones con competencias, fundamentalmente el Estado y la Junta de Andalucía, han planificado adecuadamente las consecuencias de la salida ni han articulado respuestas efectivas que ayuden a paliar las graves derivadas de una situación estructural de dependencia de la economía gibraltareña en un territorio enormemente vulnerable, lastrado por su doble condición de zona transfronteriza y con un importante déficit de inversión pública.

De no alcanzarse el acuerdo, ante la falta de una planificación estratégica por parte de las administraciones españolas, el Campo de Gibraltar seguirá siendo un territorio con muy pocas oportunidades, con las mayores tasas de desempleo de España, con comunicaciones decimonónicas totalmente obsoletas, con trabajadores transfronterizos en situaciones precarias, con lamentables servicios públicos, fácil presa de las redes de contrabando y tráficos ilícitos, Por supuesto, el acuerdo no es una varita mágica que solucionará estas carencias si el Estado y la Junta siguen olvidando la zona, pero sin acuerdo todo será peor. No Sr. Ministro, no estamos preparados.

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