Sotogrande mon amour

De todo puede encontrarse entre esos matorrales, también damas y caballeros de "alta cuna y de baja cama"

Paseaba una mañana de domingo por una de las calles de Chamartín -el Real Madrid es el equipo de mi barrio madrileño- cuando se detuvo a mi altura un coche con dos jóvenes. El conductor bajó el cristal y muy correctamente me dijo: "Disculpe, ¿me permite que le haga una pregunta?". Se trataba de saber si yo había oído hablar alguna vez de Barbate. Ante mi respuesta ilustrada con un buen lote de detalles, el muchacho se dirigió a su amigo y le comentó: "Ya ves que la gente de Madrid sabe dónde está Barbate". La decepción de los pasajeros fue grande cuando les dije que yo era de Algeciras.

Estoy del todo seguro que si se preguntara por Sotogrande, la práctica totalidad de los encuestados dirían que se trata de un pueblo de la costa andaluza. Muy pocos lo relacionarían con el Campo de Gibraltar y aún menos lo ubicarían en San Roque. No creo que este hecho, que puede constatar cualquiera, sea beneficioso para nadie, ni siquiera para Sotogrande. Pero, desde luego, no lo es ni para San Roque ni para la comarca, tan necesitada de imagen y aliento turístico. Debería estar meridianamente claro que Sotogrande es un lugar de San Roque y probablemente lo estaría si el ayuntamiento tomara las medidas necesarias para que así fuera.

Sotogrande se ha convertido en refugio dorado para una buena parte del personal que con mayor o menor esfuerzo puede pagarse un volumen, más o menos lujoso, de su confortable espacio. A nada de tiempo -salva sea la verja y sus circunstancias- de la colonia británica de Gibraltar, la burguesía yanita ha encontrado en ese espacio un pequeño paraíso libre de cargas, como todo lo que le atañe. También mucha gente honrada, que ha sido afortunada en su vida laboral o en sus negocios, y algún que otro habitante cuya reputación pone en jaque a las mentes más estáticas. Y no pocos naturales de la zona, que gratifican su ego como recompensa al esfuerzo para estar en ese privilegiado territorio que muy pronto, de nuevo, volverá a ser un referente mundial en el deporte estrella de la gente bien, el golf. Cuando el otro día, el malabarista de la trama Gürtel (gurt es "correa" en alemán), poblador marbellí de la vieja escuela, Francisco Correa Sánchez, "don Vito", grabó en su casa de Sotogrande el Resistiré del Dúo Dinámico, pensé que de todo puede encontrarse entre esos matorrales, también damas y caballeros de "alta cuna y de baja cama", como cantaría la inolvidable Cecilia.

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