Sociedad y escuela

Nacer con autismo no es una elección, pero enseñarle a los niños a vivir con él sí lo es

Nacer con autismo no es una elección. Nacer con un TEA, Trastorno del Espectro del Autismo, no es una elección. Enseñarles a vivir a las criaturas con autismo sí lo es. Aprender a convivir nosotros con ellos, igualmente, es una elección. Si por contra seguimos creyendo que quienes padecen estas desregulaciones sensoriales no tienen empatía ni sentimientos delata que nuestra sociedad es inmadura e insensible. El sistema va lento ante la implementación de lo que ya los expertos saben tras años de experiencia. Demuestran que la escuela inclusiva, colegios en los que niños con autismo y sin él estén juntos, es, en muchos casos, enriquecedora para ambos. Si a un niño sin problemas de adaptación no le enseñamos que conozca de primera mano que hay niños que solicitan de especial atención estamos retrasando un aprendizaje del que algún día requerirán experiencia. Porque casi nadie está exento de que un día llegue a su casa alguna minusvalía, sea cual sea. Es por ello que debemos construir, en cada uno de nuestros gestos, de nuestras palabras, una sociedad inclusiva, y una escuela inclusiva. ¿Si a usted le dijeran que su hijo padece una enfermedad excluyente querría que estuviera integrado? ¿Que dispusiera de las mejores y más seguras ayudas? Presumo que su respuesta es afirmativa. Por ello en el sistema educativo español no sólo se ha de conseguir un Pacto de Estado para el acuerdo de las materias, sino también, el consenso sobre la inclusión en las aulas. El hecho de que las cuidadoras del colegio Cervantes de Dos Hermanas, en Sevilla, que humillaron, vejaron, maltrataron hasta lo irreparable a una niña con autismo, delata los fallos a la hora de saber elegir al personal adecuado. Ellas sí tienen una carencia emocional, cultural y educacional por su despreciable comportamiento. Escenas de una crueldad supina que presenciaron sus compañeros, quienes también están en edad de maduración. Es difícil pero no imposible que las escuelas dispongan de profesionales con vocación y conocimiento para garantizar que nuestros hijos con discapacidades estén seguros frente a más que posibles ataques. La escuela debe ser una extensión de seguridad vital. Ellos dependen de nosotros, de que les ofrezcamos la más adecuada educación. Hay que evitar la creación de guetos, de que niños, con y sin, estén separados perdiéndose grandes aportaciones humanas de ambas realidades. Si das amor, recibes amor. Es la base del alma humana. De lo contrario el daño es irreparable

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