Sexta generación

Si el cambio climático es una realidad irreversible parece necesario realizar una seria política de adaptación

Hasta hace unos días, cuando se inició el terrible incendio que ha asolado Sierra Bermeja creíamos que un incendio de sexta generación con una dinámica diabólica capaz de modificar el entorno atmosférico es un concepto propio del cine de catástrofes o de lugares muy alejados en otros continentes de nuestro planeta como California o Australia. Sin embargo, con gran crudeza, hemos constatado que este fenómeno nos afecta ya de forma muy cercana y dolorosa y, lo que es peor, es previsible que nos afecte con mayor frecuencia e intensidad en el fututo.

Entre los diversos factores que confluyen en la generación de incendios de sexta generación, sin duda, el factor condicionante más potente es el cambio climático con un importante aumento de temperaturas, disminución de lluvias con cambio de los patrones climáticos y reducción de recursos hídricos. Por supuesto, hay que contar con otros factores, como la enorme presión de los intereses inmobiliarios y ganaderos sobre las masas forestales y el abandono de la gestión silvícola tradicional y la pérdida de los usos y actividades que durante generaciones permitieron la existencia de bosques saneados y equilibrados. En estos bosques, los incendios eran un mecanismo natural de regeneración eliminando ejemplares afectados por plagas. No obstante, en la actualidad, con masas forestales abandonadas y sometidas a los rigores del cambio climático, los incendios son devastadores con pérdidas irreversibles que aceleran los procesos de erosión.

Una vez que la catástrofe de los montes de Estepona desparezca de los focos de atención mediática probablemente se olvidarán los consejos que reiteran los especialistas y técnicos que insisten en la necesidad de labores de mantenimiento de los bosques, control de especies no autóctonas, conservación y adecuación de cortafuegos y, lo que es fundamental, una nueva política en la gestión de recursos hídricos que serán cada vez más escasos en la cuenca mediterránea. El incendio de Sierra Bermeja debe servir como punto de inflexión en la gestión y protección de nuestros espacios naturales.

Si el cambio climático es una realidad irreversible parece necesario realizar una seria política de adaptación, no solo como una política de conservación medioambiental y preservación de nuestros paisajes y de la flora y fauna sino como un respeto a los derechos de las futuras generaciones que no merecen que les dejemos un legado de desolación con territorios arrasados y desertificados en lo que un día fueron bosques llenos de vida y biodiversidad.

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