La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sevilla-Valencia, una alianza

El pacto entre Moreno y Puig cuestiona las estrategias de sus partidos y desafía el monopolio territorial catalán

La alianza sellada el pasado martes en Sevilla entre el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, y el de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig (entre ambos gobiernan a trece millones de españoles), tiene un gran significado político: cuestiona las estrategias de sus respectivos partidos (PP y PSOE) y reconduce el problema territorial de España más allá del monopolio catalán.

Puig y Moreno demuestran que el pacto entre fuerzas políticas antagónicas es posible si se antepone un interés común (en este caso, el bienestar de valencianos y andaluces) al interés partidista a corto plazo (el definido por Pedro Sánchez y Pablo Casado, mutuamente aniquilador). Desnuda, por ejemplo, las excusas sucesivas de Casado para bloquear la renovación del Poder Judicial y las de Sánchez para no negociar el modelo de financiación autonómica caducado hace siete años. Si se quiere -el consenso-, se puede.

Por otro lado, los dos mandatarios autonómicos zamarrean al Gobierno y al primer partido de la oposición, es decir, a los dirigentes máximos de los partidos en los que militan, para que despierten de la pesadilla independentista y revisen su agenda. Para que vean que existe vida más acá de Cataluña, mucha vida, y muchos problemas que exigen ser afrontados. Como que trece millones de andaluces y valencianos sufren año tras año una financiación por persona inferior a la media nacional, déficit que calculó detalladamente la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, cuando era consejera del ramo en la Junta. Como que el principio de igualdad entre los españoles obligaría a poner en marcha un fondo transitorio de 1.700 millones hasta que se reforme la financiación de las autonomías. Ya es casualidad: la misma cantidad rechazada por la Generalitat para ampliar el aeropuerto de El Prat.

Con todo, Puig y Moreno tienen que ser conscientes de que en esta aventura sus adversarios no están sólo en las calles madrileñas de Ferraz y Génova. Ya Galicia y Asturias, las dos Castillas y Aragón organizan otro frente transversal, el de las comunidades envejecidas y despobladas. Sus intereses son los contrarios a los de valencianos y andaluces. Porque esto de la financiación regional es como manejar una manta corta: si te tapas la cabeza, te destapas los pies. Si repartes recursos siempre insuficientes primando la población, beneficias a unos; si primas la dispersión y la edad, a otros. La contradicción es objetiva.

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