1de septiembre, bonita fecha. Septiembre se identifica con el síndrome postvacacional, con la vuelta a la normalidad, al trabajo y al colegio. Siempre me ha gustado septiembre. El refranero nos recuerda que "un septiembre soleado y brillante te pone de buen talante". De niño prefería ir a la playa en el mes de septiembre, menos gente, mejor temperatura y más diversión. "Por septiembre quien tenga trigo que siembre". Aunque no somos agricultores tenemos que sembrar en nuestras familias, en las relaciones sociales, en nuestros trabajos. Este momento de siembra nos dará fruto en un cercano futuro. Sin siembra no tendremos fruto.

En septiembre tenemos los lanzamientos de las nuevas colecciones, los estrenos cinematográficos, las librerías se llenan de novedades, aunque algunas se han adelantado a los últimos días de agosto como Los Vencejos de Fernando Aramburu.

No sabéis lo bien que suena la vuelta al colegio, el primer día de clase. Me refiero a los escolares, no a la familia o al personal laboral. Es el reencuentro de los amigos, la posibilidad de contar las aventuras del verano, el poder hablar de frente y no mirando hacia arriba.

Me gusta septiembre incluso para contemplar la acción política tras las vacaciones. Los pequeños dejan de echarse la pelota en la playa para que inicien este juego los políticos. Da la impresión de que no se trata de hacerlo bien, sino de señalar lo mal que lo hace el otro, 'el contrario': sin respuestas al desastre del Mar Menor; parece que la crisis con Marruecos se va a solucionar con un beso de 'hermanos' entre nuestro presidente y el Rey de Marruecos; el tema de los menores marroquíes que se encuentran en Ceuta se quiere 'solucionar' con la construcción de un nuevo centro de menores sobre una antigua cárcel (las casualidades no existen); cuestionan la legalidad de la misión española de rescate en Afganistán; batalla política y judicial contra la Covid-19, siempre pensé que tenía que ser sanitaria; empezamos el tercer curso escolar 'tocado' por la pandemia y pocas respuestas se dan…

Contemplo los roles del Gobierno y de la oposición: no les importa cambiarse los papeles y decir o hacer lo contrario a lo que decían cuando interpretaban personajes distintos. Lo malo es que esto no es una tragicomedia y nosotros los espectadores, se trata de problemas reales y de nuestra calidad de vida.

No es para lanzar pelotas fuera, sino para remar juntos. La tarea es complicada por los problemas internos y por la situación internacional, especialmente Afganistán y 'Jorasán'. Las democracias occidentales tenemos que realizar un esfuerzo conjunto que tiene que empezar por la escucha, el diálogo y la colaboración gobierno-oposición.

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