Fue en los tebeos de "El Guerrero del Antifaz" y "El Capitán Trueno" donde por primera vez encontré la expresión "¡Santiago y cierra España!". Era el grito indicativo de que mis héroes iban a entablar combate contra sus enemigos, la mayoría de las veces hordas de infieles sarracenos que, a pesar de superarles en número, siempre se doblegaban ante sus espadas. El origen de la frase está en la supuesta presencia del Apóstol Santiago en la batalla de Clavijo (a. 844). Según la leyenda, el santo se le apareció en sueños al rey Ramiro I de Asturias, asegurándole su presencia en la batalla y, con ello, la victoria. Al día siguiente, el apóstol guerrero a lomos de un hermoso corcel blanco condujo al triunfo a las tropas cristianas, dejando el campo de batalla lleno de cadáveres moros y corriendo regueros de su sangre que, según se dice, llegaron hasta el río Ebro distante de allí dos leguas. Así nació el mito de Santiago Matamoros, ("el caballero andante de Dios" lo llamó Cervantes) impregnando el espíritu de la Reconquista con aromas de cruzada que contrarrestaban la condición de guerra santa con que los musulmanes entendían la contienda. Santiago Matamoros se convirtió en el patrón de España y su grito en el santo y seña de los ejércitos españoles durante muchos siglos. El viajero que hoy transita el Camino de Santiago lo encuentra sembrado de múltiples representaciones (pictóricas y escultóricas) del santo en su famoso trance bélico, esto es, cabalgando, espada en ristre y con la bandera de la cruz (la misma que se reproducen en las ricas tartas que llevan su nombre), además de con unos cuantos moros -muertos todos y decapitados algunos- bajo los cascos del caballo. Viana, Logroño, Navarrete, Burgos, Castrojeriz, Carrión de los Condes, León, Arzúa… hasta llegar a la Catedral de Santiago donde se podía ver una talla del siglo XVIII con el apóstol montando un encabritado caballo y repartiendo mandobles sobre tres moros yacientes y la cabeza de uno ya degollado. De repente, tanto las autoridades civiles como las eclesiásticas entendieron que ese concreto grupo escultórico (por lo demás, repetido hasta la saciedad en las iglesias españolas) podía ofender a sensibilidades religiosas distintas de la cristiana y decidieron "enmendarlo" colocando estratégicamente una ornamentación floral que justamente enmascara al grupo de sarracenos, de tal forma que ahora más que en la batalla de Clavijo, donde de verdad parece que participó Santiago fue en el "Grand National". En post de la quimérica "alianza de civilizaciones" ahora se prefiere al Santiago peregrino del báculo, la calabaza y la concha de vieira, o sea, un santo con "look" de perroflauta, comprometido y solidario con los problemas de su tiempo. Así la leyenda que ayudó a dar forma a la identidad nacional durante siglos es arrinconada para intentar camuflar con aires conciliadores y condescendientes lo que no es más que una actitud de pusilánimes y cobardes que nos sitúa a años luz de aquellos españoles del "Santiago y cierra España"…y así nos va.

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