La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Sánchez exculpa a la sedición

Patxi López, valioso líder que desnudó la ignorancia de Pedro y ahora es un corderito que ignora lo que él le manda firmar

No era una reforma del delito de sedición, sino su eliminación del Código Penal. ¿Alguien dudaba de que esta significativa concesión a los sediciosos catalanes condenados, negociada con ellos mismos, se iba a producir precisamente ahora, a un rato de que sus diputados en el Congreso apoyen los Presupuestos del Estado que garantizan la continuidad de Pedro Sánchez en la Moncloa?

Ni siquiera le ha evitado el presidente del Gobierno un ridículo espantoso al portavoz parlamentario socialista, Patxi López, que el martes proclamaba en lo de Alsina que aún no había un proyecto elaborado de revisión de la sedición y consideraba un prejuicio pensar que la iniciativa iría en el sentido de aliviar sus penas. El jueves Sánchez lo anunció y el viernes lo llevó al Congreso. Pobre Patxi. Un valioso político que humilló a Pedro desnudando su ignorancia en el famoso debate de las primarias del PSOE ("Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?") y ahora es un corderito al que ni siquiera informan de los proyectos que ha de firmar. El jueves Pere Aragonès, presidente de la Generalitat, reclamaba que la desjudicialización de la política, que así es como llaman a hurtarle a los jueces la facultad de juzgar los delitos cometidos por determinados políticos, se consolidara antes de final de año. El viernes Pere Aragonès se felicitó exultante del gran avance de la sedición y se ufanó de ser uno de los negociadores del cambio. Todo encaja en un par de días.

El procedimiento ha sido Sánchez en estado puro. Negar la inminencia de la iniciativa antisedición -como en su tiempo estuvo negando los indultos-, rechazar la estricta vinculación entre ella y la aprobación de los Presupuestos, mandar a la ministra de Hacienda a desdecirse de lo anunciado en sede parlamentaria, plantear la exculpación de los sediciosos como proposición a medias con Podemos para evitarse, al no ser proyecto de ley, los molestos informes preceptivos del Poder Judicial y del Consejo de Estado, decretar que el inevitable malestar ciudadano que provocará la medida, como el de los indultos en su día, será pasajero y fácilmente superable... Lo que viene siendo el discurso del sanchismo.

Si las formas y los métodos son tóxicos, el fondo es peor. La mentira y la manipulación se alían estrechamente para justificar una decisión cuyo principal objetivo es garantizar la supervivencia política de quien la toma. Ni Zapatero llegó tan lejos.

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