La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Sánchez, la cruz y la Biblia

Agradezco que no se mezclen con estos actos el crucifijo y la Biblia porque los reduce de lo religioso a lo cultural

Un país en el que los informativos abren con la noticia de que en la toma de posesión de Sánchez no había por primera vez ni crucifijo ni Biblia está aún en minoría de edad democrática. Un país en el que hay quienes escriben que su ausencia representa la entrada de España en el siglo XXI está aún en minoría de edad intelectual. Un país en el que hay quienes se enfadan por esta ausencia está en minoría de edad religiosa. Convendría que maduraran quienes exageraron dando tanta importancia informativa a esta anécdota, celebrándola o criticándola.

A los laicistas radicales que querrían borrar la religión de todos los espacios públicos y a los creyentes que echan de menos la confesionalidad del Estado les digo que se excedieron al dar tanta relevancia a lo anecdótico. ¿Era más que eso? Creo que no, sólo una opción que se aplicaba ya en otros actos oficiales (ya en las tomas de posesión de los anteriores presidentes se elegía entre el juramento y la promesa). ¿Es relevante que Sánchez sea el primer presidente que lo haga? Creo que no porque es el primero que podía hacerlo tras haber modificado la Casa del Rey el protocolo en cumplimiento de la aconfesionalidad del Estado. ¿Representa algo importante el tan traído y llevado gesto? No, si verdaderamente cumple lo más importante: "Prometo, por mi conciencia y honor, cumplir fielmente con las obligaciones del cargo de presidente del Gobierno, con lealtad al Rey, y guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado". Lo que garantiza tanto su obligación de mantener la sana y necesaria separación entre el Estado y las confesiones religiosas como la de garantizar la libertad religiosa y de culto teniendo en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y manteniendo las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia católica y las demás confesiones. Todo ello, recogido en el Título I, capítulo 2º, sección 1ª, artículo 16 de esa misma Constitución que prometió guardar y hacer guardar.

Como creyente, agradezco que no se mezclen el crucifijo y la Biblia con estos actos porque los reduce de la esfera religiosa a la cultural. Les recuerdo lo dicho por el presidente de la Conferencia Episcopal alemana sobre la reciente polémica de la cruz en Baviera: "Si la cruz es entendida como un símbolo cultural, es que no se ha entendido, es más bien una expropiación por parte del Estado de un símbolo de la Fe".

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