Ya sé que consuela poco, pero las mamarrachadas no son monopolio de la política española. En Italia, acaba de conocerse el impulso de otra de esas iniciativas parlamentarias que merecen figurar en la antología del disparate. Diputados de la Liga, el partido del inefable Matteo Salvini, han presentado un proyecto de ley que prevé ayudas de hasta 20.000 euros para las parejas menores de 35 años que se casen por el rito católico. Ante el aumento de los matrimonios civiles, a estos genios no se les ocurre mejor medida que subvencionar la boda en la iglesia, en los presupuestos de los ejercicios 2023 a 2025, con una reducción de impuestos "para gastos documentados relacionados con la celebración", como invitaciones, flores, ropa de los novios, servicios de catering, de peluquería o de fotografía.

Salvini, al que en su tierra llaman il mago della gaffe (el mago de la metedura de pata) parece así querer emular las andanzas de otro mago, de Simón de Gitta, aquel samaritano convertido que ofreció dinero a Pedro y a Juan a cambio del poder de transmitir el Espíritu Santo. De la irritación de los apóstoles deriva la palabra "simonía" que, entre otras perversiones, define el dislate de comprar (o vender) cosas espirituales.

Ni les cuento las reacciones de la oposición italiana: desde tacharla de norma inconstitucional, contraria a la laicidad del Estado, hasta compararla con el impuesto fascista al celibato. En el Palacio Chigi, Meloni asegura que desconocía la propuesta. Tanto ha sido el ruido que la propia Liga se manifiesta ahora abierta a extender el beneficio a los matrimonios civiles. Eso sí, siempre heterosexuales, ya que en Italia no se reconoce el matrimonio entre personas del mismo sexo.

La Iglesia, por boca del arzobispo Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, se ha mostrado tajante: "El matrimonio cristiano es un sacramento y un sacramento no se puede comprar". En esta coyuntura crítica, si el Gobierno pretende auxiliar a las familias, añade Paglia, "esta ayuda debería concernir a todos los ciudadanos […] independientemente de si tienen fe o no".

No logro comprender qué pájaros revolotean en las cabezas de estos alunados, más papistas que el papa, para parir una sandez de tal calibre. El mundo, más que líderes, necesita urgentemente psiquiatras que, a izquierda y derecha, mediquen la estulticia, amansen el infantilismo y administren dosis masivas de sentido común.

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