Miles de personas se han juntado este domingo en El Rinconcillo reclamando medidas eficientes para conservación de esta playa, auténtico santuario local para todos los algecireños.

La pérdida masiva y continuada del arenal, provocada por la degradación de la llamada dinámica del litoral, está poniendo en serio peligro su subsistencia. La arena que se llevan los temporales invernales no se repone posteriormente por las propias corrientes marinas, afectadas por diversos factores. El mar llega y afecta a las construcciones, inunda toda la playa y deja al descubierto las conducciones.

Parece que la principal causa mediata de ello ha sido la prolongación del espigón norte del Puerto de Algeciras. Aunque también las actuaciones en el Río Palmones y la urbanización de zonas adyacentes al mismo y cercanas a las dunas del Botavara tienen algo que ver. Así lo ha determinado un informe técnico encargado por la propia APBA.

Para empezar, hay que poner en valor que la Presidencia de la misma sea sensible al problema que afecta a la playa, reconozca que su origen deviene de la ampliación de estructuras portuarias en décadas anteriores e intente poner solución al mismo. Aunque solo se hayan dado los primeros pasos, encargando tal evaluación de la situación, lo cual no se hizo anteriormente. Sería interesante revisar aquellos informes ambientales que se hicieron en su momento y en los que se decía que tal ampliación de la zona norte portuaria era inocua para el medio ambiente.

Al parecer, para evitar que la playa se pierda definitivamente es necesaria la construcción de determinados diques de contención, así como otras medidas complementarias como lo es la aportación continuada de arena. Entiendo que tales obras se declararán prioritarias por la Demarcación de Costas, por la APBA o por las administraciones que corresponda. Y que se harán y muy pronto.

Algeciras ha sacrificado mucho en pro del progreso portuario, por todos aplaudido, y ha recibido muy poco. Se vio dañada en su patrimonio arquitectónico y en su urbanismo, perdió gran parte de su frente litoral urbano, como también vio desaparecer playas urbanas y un río de aguas claras. Ahora se constata lo que era un secreto a voces; esto es, que como no se actúe también perderá un paraíso para cualquier algecireño: donde toreó Miguelín, donde se bañó Paco de Lucía, donde todos crecimos.

Podremos aguantar unas décadas más sin tren; pero no sabremos si aguantará El Rinconcillo durante tanto tiempo, durante tanta desidia hacia esta comarca. Es nuestra obligación como algecireños evitar este desastre. Ya sabemos dónde quedan las promesas que nos hacen.

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