Pedro Sánchez ha presentado con gran alharaca su plan para salvar el turismo, con media docena de ministros y del secretario general de la Organización Mundial del Turismo.

El gobierno va a dar una importante cantidad de millones al sector, pero las primeras reacciones de empresarios y sindicatos no han sido tan positivas como gustaría al presidente: coinciden en que para recuperar el papel de España como uno de los principales destinos turísticos es indispensable prolongar los ERTE, que tenían vigencia hasta finales de este mes, está en negociación la prolongación hasta finales de septiembre y Ciudadanos pretende que se mantengan hasta finales de año. Un millón de trabajadores del sector turístico se encuentran hoy en regulación temporal de empleo, en paro temporal.

Las ayudas económicas que promete Sánchez son importantes -sigue pensando que Bruselas va a cubrir todas las necesidades- y ha anunciado iniciativas que son de cajón, desde garantizar que España sabe blindarse contra el coronavirus, a poner en marcha campañas de promoción de España como país con grandes atractivos y con excelentes servicios tras décadas de experiencia; aparte de medidas de reactivación de un sector seriamente dañado tras cuatro meses de cierre total. No ha mencionado algo relevante para el turista: España es el primer o segundo país del mundo con mayor porcentaje de fallecidos por el covid.

Al gobierno se le supone la buena disposición, pero además de las medidas anunciadas por el presidente, hay cuestiones que deben ser resueltas ya, más importantes incluso que las ayudas directas al sector, moratorias de hipotecas o campañas de imagen: los aeropuertos. Hoy hay que esperar al menos dos horas para superar los controles de seguridad.

Este año el sector se ha hecho a la idea de que serán los españoles los que salven el turismo; de hecho es difícil encontrar plazas en hoteles porque muchos de ellos han decidido darse unos meses de plazo para abrir en plenas condiciones, y en casas rurales o alquileres turísticos es complicado encontrar ya alojamiento. Se ha dado gran publicidad a los once mil turistas alemanes que han llegado a Baleares, pero cualquiera que conozca el sector sabe que esa cifra es irrisoria si se compara con los millones de alemanes o británicos que llegaban en años anteriores.

Grecia, Portugal y Croacia están ahí en perfecto estado de revista. Los gobiernos de Italia y Francia dedican el máximo esfuerzo a recibir en condiciones a sus visitantes. El plan de Sánchez es insuficiente y no quita de pobres a los que viven del turismo y han visto su vida desmoronada por la pandemia.

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