J. M. Marqués Perales

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Rociero, cazador y cofrade

La Semana Santa en Andalucía no necesita protección institucional ni política, en todo caso, hace falta mesura

Vox es un partido obsesionado con el lenguaje, tanto como el extremo especular en el que se contrainspira, la extrema izquierda, y ya anda a la caza de los herejes que osen romper con un esquema cultural que están logrando imponer en muchos ámbitos andaluces. Así, ha creído que el presidente de la Junta, Juanma Moreno, ha traicionado a la mayor parte de los andaluces al referirse a la Semana Santa como las "fiestas de primavera", aunque ésta, como buena parte de las ferias y del mayo cordobés, están engarzadas desde hace más de un siglo en un ciclo que comienza con la cuaresma, incluso, antes, con el carnaval, y finaliza con el estío mediterráneo.

A Moreno le han llamado, desde Vox, Teresa Moreno y Juanma Rodríguez, y no hay que sorprenderse si algunos de sus parlamentarios terminan por presentar una proposición en la Cámara andaluza para que el presidente rectifique en un, obligado, acto de desagravio.

Esto se veía venir. Aunque Vox lo defienda, la Semana Santa en Andalucía no necesita ni protección institucional ni política. En todo caso, un poco de mesura, porque lo que se barrunta para los próximos días es una explosión de fervor que desborda los límites de esta tradicional religiosidad popular andaluza. Como la Semana Santa tiene guardianes de sus cánones, así como obispos y arzobispos, no seré yo quien realice ninguna recomendación, pero apuntaré algo que comienza a soslayarse: se puede ser andaluz y no ser cofrade, no se es un mal andaluz si no se sale un Jueves Santo de penitencia o de mantilla. Se debe un respeto, incluso una admiración, pero no una militancia.

Y lo mismo cabe decir de la tríada a la que Vox se ha apuntado como su último defensor. La caza, por ejemplo. No hay que prohibirla, ni ningún Gobierno lo pretende, pero la actividad cinegética debe estar sometida siempre a una regulación porque, en contra de lo que muchas asociaciones defienden, los cazadores no son los que controlan las poblaciones animales, sino que, en muchas ocasiones, las desquilibran al potenciar las venatorias frente a otras. Por ejemplo: de cada siete jabalíes andaluces, cuatro comen maíz de modo artificial y uno sólo se alimenta de la mano humana. La plaga, por tanto, viene de los cotos. Y el Rocío. Tampoco es obligatorio el peregrinaje marismeño ni disfrazarse de rociero para ir a los mítines de tu partido. Aunque sea Vox.

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