El Rinconcillo y el lobo

Es urgente que entre los próceres algunos se percaten de que el loboya se ha hecho residente

Cada año se repite en el Rinconcillo lo de "viene el lobo" y el lobo viene. Las autoridades reaccionan enseguida, a veces con un poco de retraso, pero se ponen al tajo. La cosa no es para dejarlo estar porque el personal puede formar la de padre y muy señor mío si llegan las calores y la playa se mantiene impracticable; el personal que hace uso, el que vive del uso que hacen otros, el residente y el que generalmente mantiene impasible el ademán. Pero no es tan malo que venga el lobo como que se quede, y yo creo que ya se ha quedado en el Rinconcillo. Porque el sufrimiento ecológico que padece la playa es causa de un mal estructural. Puede aludirse al Puerto, como podría aludirse a tantas agresiones como se han cometido en el arco de la Bahía, empezando por lo que da de sí y lo que supone soportar una base militar británica, lista para atender la demanda de ingenios nucleares. Base jamás aludida, como no lo es el puerto de Gibraltar ni sus aguas residuales arrojadas sin depurar, ni sus detritus, ni sus rellenos, ni sus invasiones urbanas al mar. Ni ecologistas ni curritos se acuerdan de nada que tenga que ver con la Roca; lo que no deja de ser curioso.

Pequeños males de todos los colores y malos olores contribuyen al deterioro ambiental que sufre la Bahía en general y el Rinconcillo, en particular; pero lo peor está en las dificultades que los vientos y las dunas de las marismas del río Palmones, encuentran al toparse con el magma de construcciones que rodean al Botavara. Y dado ello, a ver quiénes y cómo le ponen el cascabel al gato, sobre todo teniendo en cuenta que no pocos de los protestadores son depositarios de una de las principales causas de la protesta. Puestos a dejar al gato sin cascabel hay que pensar en un remiendo que da buenos resultados, el de los diques de contención y muros de retención a modo de protectores del litoral frente a las mareas. Lo demás son garambainas y parches de poca monta, por mucho que descarguen las bolsas del erario público. He escrito con una razonable amplitud sobre el particular en ocasiones (véase Campo Chico 02.05.2021). Entre otras cosas porque como buen especialito, llevo al Rinconcillo en mi corazón, en un sitio en el que también están los Ladrillos y el Chorruelo, y tela de cosas. Es urgente que algunos entre los próceres valoren la posibilidad de una solución que sustituya a los parches. Porque el lobo, insisto, ya se ha instalado entre nosotros.

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