La bahía de Algeciras/Gibraltar es un territorio en permanente emergencia ambiental. Las diversas controversias políticas y jurídicas en torno a Gibraltar han tenido un impacto severo sobre el medio ambiente y la calidad de vida de los casi trescientos mil habitantes de las distintas ciudades del arco de la bahía a uno y otro lado de la Verja/frontera. Al norte de ella se optó en la segunda mitad del siglo XX por un modelo de industria pesada con algunas luces, pero muchas sombras. El resultado es una profunda degradación ambiental y altísimos índices de contaminación y paradójicamente con una de las tasas más elevadas de desempleo y con dificultades en la generación de riqueza y oportunidades en la comarca. Parece obvio que ese modelo ha obstaculizado otras opciones de desarrollo que potencialmente hubieran sido más beneficiosas para el Campo de Gibraltar.

En el medio marino las controversias sobre Gibraltar han impedido acuerdos que traten de garantizar la seguridad en la navegación y protocolos coordinados de actuación ante accidentes marítimos, así como medidas conjuntas de protección medioambiental. La incapacidad de las partes para alcanzar un acuerdo de delimitación de los espacios marítimos en la bahía subyace detrás de muchas controversias y desencuentros. La España democrática ha sido incapaz de actualizar su política exterior en lo relativo al mito de la costa seca que surge con Franco continuando con el rechazo a aguas bajo jurisdicción gibraltareña y soberanía británica, esto es, con una posición contraria al derecho internacional del mar, a la propia política española anterior a la dictadura y, por supuesto, en contradicción con los términos de cesión territorial del tratado de Utrecht. Es absolutamente necesario que cada una de las partes revise su posición de partida, debiendo España realizar una adaptación democrática de su política exterior de acuerdo con el derecho internacional del mar y llegar a acuerdos sobre la delimitación de espacios marítimos o bien sobre el ejercicio de sus competencias y jurisdicción para tratar de garantizar la seguridad marítima y protección medioambiental de las aguas de la bahía y su entorno.

La reciente colisión en aguas gibraltareñas de dos buques y el enorme riesgo ambiental ante el vertido de aceites e hidrocarburos que afectaría tanto a aguas gibraltareñas como españolas muestran claramente la necesidad de una cooperación institucionalizada y estable en el ámbito de la seguridad marítima y la protección medioambiental de los espacios marinos de la castigada bahía de Algeciras/Gibraltar. Las negociaciones en torno al nuevo estatuto de Gibraltar después del Brexit parece el marco más adecuado para este fin.

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