'Revelión'

Hay que admirar a las mujeres iraníes, sin usarlas para nuestras querellas ideológicas internas o externas

He esperado unos días para ensalzar aquí a las mujeres iraníes o persas. Quería dar tiempo a las feministas progresistas de nuestro país a solidarizarse con la causa. Hubiese sido feo por mi parte aprovechar el hermosísimo heroísmo de las chicas de allí para acusar de ideologismo a las feministas oficiales. Ya se han sumado, yo me alegro, y ahora podemos centrarnos en loar el valor doble del hecho en sí.

Valor por valentía de la verdadera, que se juegan la vida, y demasiadas la están perdiendo. Y valor en sí porque no es un gesto baladí ni una pose mediática. Defienden su dignidad, además de su belleza, que, por cierto, salta a la vista, y también la celebro, como es natural.

Tampoco estaría bien aprovechar la ocasión para arrearle a su religión ni, mucho menos, a todas las religiones y, desde luego, no a la cristiana. El cristianismo ha sabido dar un margen inmenso de libertad a sus creyentes a lo largo de la historia, como demuestra el hecho, en absoluto casual, de que todas las democracias del mundo hayan arraigado en países de tradición cristiana. Los materialistas postmodernos habrán caído en la cuenta de que el suelo donde arraiga su creencia (o su no creencia) fue cristiano, ¿verdad? Aunque más importante aún es ver cómo no ha hecho falta renunciar a la fe en Dios para ser ciudadanos actuales con todas las de la ley. Millones de cristianos viven en el siglo XXI su fe en Dios sin más choque con el siglo que el propio de la dialéctica tiempo-eternidad, tan oportuna para criticar la actualidad y mejorarla.

No me he distraído, como podría parecer. Es importante centrarnos en la belleza y la significación del gesto del velo de las mujeres de Irán sin convertirlas nosotros desde aquí, tan cómodos y perezosos, en revolucionarias contra la fe que probablemente muchísimas profesen. Más interesante que una rebelión, es -si me permiten el neologismo- una revelión. Ceñida al velo que se sueltan, sosteniendo que la libertad política y la dignidad personal pueden y deben convivir con la fe y la religión. En el cristianismo no es que convivan, sino que se complementan. Los musulmanes se merecen una relación análoga, sin tener que escoger entre el sometimiento o la insumisión.

No pretendamos ponerlas desde aquí en esa tesitura, que bastante tienen ya que luchar ellas contra el sometimiento. Lo nuestro es admirarlas. Aplaudiendo su integridad, su esperanza, su fuerza, su ejemplo.

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