Campo Chico

Alberto Pérez de Vargas

Reunión de pastores

La Línea sufre la desolación laboral que supone la dependencia del exterior y la falta de iniciativas

Alcaldes y otras autoridades, junto a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya.

Alcaldes y otras autoridades, junto a la ministra de Exteriores, Arancha González Laya. / E.S.

El pasado viernes, nuestros ocho alcaldes, acompañados de las autoridades políticas que tienen que ver con la comarca; presidente de la Diputación y de la Mancomunidad, subdelegada de la Junta y coordinador de la Administración del Estado; se reunían en el Ministerio de Asuntos Exteriores con la ministra y afectos del departamento, a los efectos de la situación que plantea la salida del Reino Unido (RU) de la Unión Europea (UE). Mientras tanto, unos cuantos hablábamos con un experimentado diplomático, embajador de España de largo recorrido y experto de vanguardia en la UE. Pudimos constatar, en una conversación privada, profunda y sin reservas, que son muchas las amenazas que se ciernen sobre ese, sin embargo, gran proyecto que, al menos, acerca a Estados que han protagonizado trágicos enfrentamientos en el pasado inmediato y también en el lejano. Generaciones enteras fueron víctimas de los señores de la guerra, de criminales de lesa humanidad y de salvajes tiranos capaces de ordenar matanzas inimaginables. Sólo por este acercamiento y lo que supone, el esfuerzo, estéril en no pocos aspectos, ha merecido la pena.

En San Roque, su alcalde vacía de contenido el significado del grupo escultural del lado oeste de la Alameda

Alguien comentó que no muy lejos de donde estábamos, la crème de la clase política del Campo de Gibraltar se encontraba con el equipo que diseñará y administrará las estrategias de nuestras relaciones con la colonia militar británica. Un comentario en voz baja aludió al viejo aforismo: “reunión de pastores, oveja muerta”. Cuando le pregunté al embajador por Gibraltar me comentó: “A la vista de los acontecimientos, me temo lo peor”. Tal como todos temíamos, en la reunión preparatoria de lo que pueda pasar, no se habló de la comarca sino de la colonia. Para nuestros próceres se trata de contribuir a la prosperidad de Gibraltar, sin entrar en detalles sobre los motores que generan esa prosperidad ni los efectos perversos evidentes, que produce una travesía fluida de la verja y la dependencia de una economía opaca basada en hábitos indeseables.

Como se dice en la crónica de agencias que publicó inmediatamente nuestro periódico, uno de los alcaldes, el de La Línea, afirmó que "la mejor alternativa sería 'Virgencita que me quede como estoy'"; rematando enseguida el deseo con la innecesaria aclaración de que mantener “el status quo tal cual, sería el mal menor". En San Roque, la ciudad depositaria del Gibraltar del éxodo, inmortalizado por Luis Ortega Bru, su alcalde vacía de contenido el significado del grupo escultural que se extiende al lado oeste de la Alameda. Para él el éxodo no es el de los gibraltareños expulsados por la fuerza en 1704 sino el de la emigración provocada por el cierre de la verja en 1969; ignorando, desde luego, que ésta estuvo arropada por multitud de ayudas y ofertas de trabajo alternativas organizadas por la Administración del Estado. Le convendría informarse de los detalles. La Línea sufrió entonces el inevitable descenso de población, sin embargo no dejó de crecer a partir de 1970, ralentizándose precisamente tras la reapertura de la verja, en 1982, y manteniendo ahora, con la verja abierta de par en par, una tendencia a la baja consecuente con la desolación laboral que supone la dependencia del exterior, la falta de iniciativas y la carencia de emprendedores.

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