Campo Chico

Alberto Pérez de Vargas

La Resurrección

Es grandioso ese final sobre la transitoriedad del sufrimiento, que abre nuestros corazones al perdón

No tenemos recursos de ningún tipo, ni podríamos tenerlos en ningún caso, para decidir algo definitivo sobre la existencia de Dios. Ni sería razonable: sabido, sin dudas ni reservas, que Dios existe o que Dios no existe, no procedería ser ni pensar en nada. La incertidumbre sobre el fin último de la vida es lo que le da sentido. La religión es un producto cultural y sus contenidos son consecuencias del modo de asumirla, de su propio cuerpo doctrinal; es el hombre el que interpreta y crea los instrumentos que entiende más adecuados para adaptarse a la voluntad de Dios, y naturalmente lo hace en el contexto en que vive y en consonancia con sus hábitos.

Algunos de esos que van por el mundo emitiendo juicios, son tan frívolos que descalifican el hecho religioso o cualquiera de sus manifestaciones sin advertir que al hacerlo están despreciando la naturaleza humana en cuyo seno se generan esos comportamientos adoptados, con mayor o menor acierto, para proyectar su propia trascendencia. Tal vez esa incertidumbre sobre la existencia de Dios, tan asociada a la inteligencia, sea uno de los mejores argumentos para creer en ella. Sólo Dios podría disponer que sea posible descubrir sistemática y progresivamente las maravillas de la Naturaleza con plena conciencia de la imposibilidad de alcanzar el conocimiento pleno.

La Semana Santa es santa porque invita a la reflexión sobre la generosidad del alma humana

En la religión que nos toca; enraizada en las tradiciones de nuestro entorno geopolítico: la católica o, más generalmente, la cristiana; la resurrección de Jesucristo, más allá de la figura histórica de Jesús de Nazaret, es un hecho extraordinario, lleno de señales y de símbolos acerca de la posibilidad que tiene el hombre de vencer al mal aun siendo su víctima. En la Pasión está todo, seguirla de modo comprensivo, tratando de penetrar en su discurso, enseña a vivir y a prepararse ante la adversidad. Pero la Resurrección es la luz, la esperanza de encontrar la paz después de perdonar a los que nos han dejado malheridos. Es grandioso ese final que explica la transitoriedad del sufrimiento y abre nuestros corazones a la comprensión y el perdón.

La Semana Santa es santa porque invita a la reflexión sobre la generosidad y la entrega del alma humana. Hay quien le pone comillas al calificativo con la resuelta intención de desacreditar su celebración. Lo hace el que no se percata de lo que pretenden esos que se pasan el año pensando y trabajando para hacer posible que la gente en la calle recuerde la historia de Jesús de Nazaret, la más grande historia jamás contada.

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