Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Resucitó para todos

Muere para algunos, pero resucita para todos, como las campanas de la novela de Hemingway

Sin la Resurrección, la muerte sería un fracaso histórico, apoteósico. Y un éxito de la historia, pensaría más de uno desde un empirismo de corto alcance. Igual no muere para todos, pero para todos resucita, como las campanas de la novela de Hemingway en el poema de John Donne, que suenan para todos aunque no todos las escuchen. En su libro Repensar la resurrección, el teólogo gallego Andrés Torres Queiruga se refiere a las tres sospechas fundamentales, la psicológica de Freud, ¿qué puedo saber"; la sociológica de Marx, "qué debo hacer"; y la del resentimiento de Nietzsche, "qué me es dado esperar".

Las lecturas de la Vigilia Pascual son como una superproducción de Cecil B. de Mille: la Creación, Abraham, Moisés, Noé, Jacob, David. La muerte no es el final. Es la enseñanza fundamental de la Resurrección. Es algo que forma parte de la historia de la civilización más que de las religiones. De hecho hay una muerte donde empieza a contarse la vida. El tiempo. Antes y después de Cristo. El dolor transformado en festividad, por eso la saeta, ese rezo de los balcones, es un palo del flamenco. Quejío sin queja, catarsis del alféizar y los geranios.

Unos se fueron a la playa o a la montaña sin sermones, otros huyeron de las procesiones haciendo senderismo o turismo rural, una expresión tan artificial como el eufemismo de la religiosidad popular. La Semana Santa, ese colofón del Miércoles de Ceniza, es un árbol de enseñanzas: gentes ajenas al precepto, a los sacramentos, aguardan horas en una esquina a que pase una imagen que recrea un episodio de la vida de Jesús. Pocas religiones, pocas culturas prestan a la mujer una pleitesía tan rotunda como la que se manifiesta en las calles a María, la esposa de José, la hija de Ana y Joaquín, que hoy podría estar refugiada en uno de los suburbios de Damasco. La costumbre de la fe, la fe en la costumbre como legado de las generaciones. El tiempo sin tiempo, adiós a la prisa. Y una convivencia de manifestaciones artísticas: música, imaginería, bordado, arquitectura, con la calle como pinacoteca en una conquista revolucionaria. Sin comisarios culturales, sin exegetas ni pompas. Mayo francés en el comienzo de abril.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios