La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Reprimir o educar

Un paciente patea a un médico y le echa alcohol en los ojos a un vigilante en Pozoblanco. Contrata a una prostituta en la Carretera Amarilla e intenta matarla a pedradas tras darle una paliza. Andalucía registró 42 delitos de odio a discapacitados en 2015, mientras en España ascendieron a 1.328, un 13,6% más que el ejercicio anterior. Son titulares de ayer. No hace falta tirar de hemeroteca ni salir de Andalucía. Basta un día en nuestra comunidad para preguntarnos si los episodios cotidianos de violencia extrema están creciendo en España a causa de la doble pérdida de autoridad y de valores. La primera tiene que ver con el miedo que obliga a pensarse dos veces las cosas antes de hacerlas; y a sufrir sus consecuencias penales con el máximo rigor si se hacen. La segunda, con la autocontención inspirada por el respeto al otro.

Represión o educación en valores: no hay otro camino. Son como dos pedales, uno de los cuales se puede ir soltando a condición de que el otro se pise con más fuerza. La dureza represiva sólo se puede atenuar cuando la universalización de la educación en valores crea el clima cívico que lo hace posible. En nuestro país hemos cometido el error de soltar los dos pedales a la vez.

Educar en valores no es uno de esos conceptos vacíos propios de la corrección política posmoderna. Al contrario, se trata de algo tan antiguo como la paideia, la educación integral de los jóvenes griegos. Háganse un favor y lean Paideia. Los ideales de la cultura griega de Werner Jaeger (es caro, 39 euros, y "gordo", unas mil cien páginas, pero vale mucho más que su precio y es tan accesible como apasionante). Publicado en Berlín en 1933, en su prólogo escribía Jaeger: "Esta exposición no se dirige sólo a un público especializado, sino a todos aquellos que, en las luchas de nuestros tiempos, buscan en el contacto con lo griego la salvación y el mantenimiento de nuestra cultura milenaria". Y es que en aquellos años trágicos había quienes luchaban contra el horror como Jaeger con su Paideia, como Casals grabando las Suites para violonchelo de Bach en 1936 o como Luis Segalá traduciendo los clásicos griegos hasta que una bomba fascista lo mató en su casa de Barcelona en 1938. Empecé por tres noticias de sucesos y termino con Jaeger, los griegos, Casals, Bach, Segalá y Homero. Pero es que, insisto, salvo que se opte por una extrema dureza represiva no hay otro camino.

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