MÁS allá de las modas pasajeras hay necesidades a las que hay que dedicar especial atención, porque son características de cualquier periodo de tiempo y requieren toda clase de cuidados y vigilancia por el bienestar de todos.

Este asunto nos lleva a los temas económicos. Pocas cosas pueden ser tan importantes en un programa político como la economía. Al fin y al cabo, cuando hablamos de economía nos estamos refiriendo a la creación, desarrollo y buena administración de los recursos, bienes y servicios dirigidos a satisfacer las necesidades humanas.

Con la convergencia mundial en un único sistema económico viable surgió la receta de una nueva economía centrada en la estabilidad, es decir, en un crecimiento económico moderado sin inflación, para competir en el mercado internacional. Sin embargo, aquellas recetas económicas basadas en pequeños cambios en los precios y en los salario, con bajos tipos de interés, parecen encontrarse hoy en España con viejas dificultades.

Y es que, anunciada a bombo y platillo, vuelve la inflación, mientras que al mismo tiempo se estabiliza o decrece la producción. Lo cierto es que el aumento de los precios de los productos básicos, la subida de los tipos de interés y la desaceleración del crecimiento económico están creando un cierto desasosiego en la población española que ya se siente instalada en la crisis.

Seguramente es difícil decir cuándo volverán los buenos datos para deducir mejores conclusiones económicas, después de que haya faltado el buen pulso necesario para evitar estos males.

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