El Reino

La cultura sirve (o es inútil) para construir éticamente (que es lo mismo que estéticamente)

Apartir de cierta edad, oh señor de los espacios infinitos, abunda un pragmatismo que afea la actitud de quienes pelean contra el dinero, la injusticia, la imposición, el poder. Grande tienta la experiencia pero algo no cuadra. Basta esa mínima Historia que una culturilla general otorga (hoy rara y elitista) para comprender que si tenemos la opción de vivir ciertas comodidades, es porque quienes pelearon en otro momento las consiguieron y no sin sangre.

Sesudas profesoras, conferenciantes dotados, periodistas cultísimos hablan desde su poltrona de ex-esclavos como si hubieran sido dueños por naturaleza, pero yo no puedo sino mirar al fondo. Que se muera una reina merece elevar toda su complicada labor de equilibrios en la cima de la potestad, pero sin olvidar las millones de muertes que su imperio ha costado y que, por justicia simplona, debería haber supuesto su deposición en favor de racionalidad política, porque no hay ningún dios eligiendo a nadie para tener sangre distinta.

Es tan simple como esto, pero como no se dice, como no se explica que la Historia humana es un conflicto de intereses rellenado con conceptos, justificando crímenes que obedecen sólo a la sed de las faltriqueras dominantes, cabe todo; no resta un ápice de hermosura saber que las catedrales o las colecciones de pinturas reales tienen cimientos de casquería de personas inocentes. Es una cuestión de coherencia intelectual. Traduzco, para mí (es mi posición) ser conservador y culto es contradictorio; aclaro, esto sólo significa que hay un salto de la razón ahí, que yo no deslegitimo, pero más que pragmatismo yo lo calificaría de emotividad de lo estable, más simple: me merezco lo mío y no quiero perderlo. No es social, no es política, es lo personal disfrazado de Razón de Estado, y no más.

La cultura sirve (o es inútil) para construir éticamente (que es lo mismo que estéticamente). Estos días la prensa sólo podía haber hablado de la sinrazón históricamente criminal de cualquier monarquía, de la necesidad tranquila de modular esas instituciones en favor de otras que son democráticas y, sin virulencia, rebatir a quienes defienden esa ferocidad larvada que supone hablar sin pensar en los daños que las ideas generan, en sus víctimas, no sea que la intelectualidad hoy haya quedado sólo para la bufonada gigante de un gigante poder.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios