(Re)bajarse al moro

Las críticas que se hacen al Gobierno son no tanto al fondo como a las formas

Es como se evitan los conflictos, haciendo lo que quiere el actor que da lugar a ellos. A los pocos saharauis en activo que quedan, ya apenas si les escribía nadie; les pasa lo que al coronel de García Márquez con su pensión, se han profesionalizado en la espera. Aun considerando la mediocridad del Gobierno en su atmósfera y la débil cohesión de su estructura, es inimaginable que no haya valorado en extensión e intensidad, una decisión tan mediática y efectista como la que ha tomado en su política con Marruecos. El Magreb nos ha dado muchos disgustos y nos ha costado muchos miles de vidas, y ahí está, a pocos kilómetros y en una geopolítica cuya estabilidad nos concierne más que la de cualquier otra zona del planeta. Un movimiento que suavice alguno de los numerosos factores desestabilizadores es una buena noticia. Aunque se produzcan efectos indeseables y la fortaleza del reequilibrio sea más que dudosa.

Ya en su momento, Mauritania prefirió que Marruecos se las arreglara con España a entrar en enfrentamientos que no podían abocar sino al desastre. En cuanto a las divergencias que mantiene Argelia con Marruecos, esa y no otra es la causa del papel que desempeña a modo de protectora del Frente Polisario, cuya existencia -no debiéramos olvidarlo- se larvó contra España. Cuesta creer, por más que se asegure lo contrario, que Argelia no haya sido informada sotto voce de una decisión como la de ignorar la reivindicación sine qua non de la población saharaui, no obstante ensombrecida por el tiempo, las estratagemas del régimen marroquí y el acomodo de sus propios líderes.

Las críticas que se hacen al Gobierno son no tanto al fondo como a las formas. No es cosa para llevar al Congreso, pero el presidente debiera de haberse visto con algunos y cogido el teléfono para hablar con otros. Desde luego si a algún militante se le ocurre consultar el programa del PSOE de 2019, a ver qué dice del particular, seguro que se le queda cara de póker. En el capítulo "Una España europea, una España global" (pág. 286) se dice lo que sigue: "Promoveremos la solución del conflicto del Sáhara Occidental a través del cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas, que garantizan el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui. Para ello, trabajaremos para alcanzar una solución del conflicto que sea justa, definitiva, mutuamente aceptable y respetuosa con el principio de autodeterminación del pueblo saharaui".

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