Es el término que se aplicó al pragmatismo de Otto von Bismarck en el siglo XIX por encima de consideraciones éticas, la acepción política del aforismo del fin que justifica los medios. Así se califica el sorpresivo cambio de posición española respecto al contencioso del Sáhara Occidental. Obvio, a pesar de los infructuosos intentos del Gobierno para explicar que no ha variado. Y especialmente llamativa porque es el Palacio Real de Marruecos quien difunde un escrito del Gobierno de España, no consensuada en nuestro Parlamento ni en el seno del propio Gobierno. Además, supone una concesión extraordinaria sin obtener nada a cambio. Todo un dechado de diplomacia, salvo que la apuesta española por la solución "más seria, realista y creíble" oculte acuerdos secretos que no parecen existir.

Ingenuamente, seguimos añorando pedagogía y transparencia en la toma de decisiones en la política española, salvando los inevitables secretos de Estado propios del oficio. Y sobran prepotencia y desprecio. Ayer era Rajoy Brey y hoy es Sánchez Pérez-Castejón.

La realpolitik encaja en nuestro realineamiento con Marruecos más que en sostener la tesis de la ONU (resolución 690 - 29/IV/91), que reconoce el derecho del pueblo saharaui a su libre determinación. Pero coincide con la opinión de un empresario de agencia de viajes: "A mí lo que me importa es que se reabra el tráfico de pasajeros".

Aunque quizás fuese previsible: tan pronto el presidente alemán Steinmeier comunicó a Rabat su cambio de posición, regresaba a Berlín la embajadora de Marruecos, mientras que el despacho de Serrano nº 179 seguía cerrado. Y el vecino alauí creaba ambiente, a primeros de marzo, facilitando los dos intentos de asalto masivo a la valla de Melilla, a lo que siguió la gira hispano-magrebí de una enviada del Departamento de Estado de EUA. El país merece mejor explicación que la recibida. Y los saharauis, también.

No obstante, se masca en los billares que esto puede ser un tiro en el pie. Que bailar al son de las presiones marroquíes nos saldrá caro: la triste invasión de mayo pasado, con un millar de chiquillos lanzados contra Ceuta (con Melilla, siguen llamándolas "ciudades ocupadas"); la crisis por el asunto Brahim Gali; el chantaje del bloqueo al tráfico de pasajeros en el Estrecho, con desprecio de los intereses de sus propios conciudadanos, y a pesar del trato de socio preferente que le dispensa la UE.

Argelia calla y los saharauis maldicen, pero la posición de la ONU sigue vigente. De ahí la sentencia del Tribunal Europeo del 29/IX/21, que anula los acuerdos de comercio y pesca de la UE con Marruecos. El motivo: que implican comerciar con productos del Sáhara Occidental, territorio que la comunidad internacional no reconoce como marroquí.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios