Quedan investidas las vacaciones

Sánchez, como principal responsable, está entrando en los Reyes como un elefante en una cacharrería

Cuando el ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, dijo que "el que quiera vacaciones puede dedicarse a otras actividades" sonó muy bien. Pero como la interpretación de sus palabras es libre, dejemos correr la imaginación. Otra vez, y me voy a tener que repetir, los ciudadanos nos somos tontos. Durante estos días de Navidad (y verano) todos los políticos se han tomado sus días de descanso. Cuando salen de su entorno familiar, se dejan ver un día exponiéndose bien ante los medios para que en los posteriores sus imágenes estén rodando en una cinta sin fin dando la apariencia de que están presentes cada día. A otros ni se les ve; es decir, se han tomado sus vacaciones siendo políticos y sin querer dedicarse a otra actividad. Lo que dijo Ábalos es una simpleza, pero caerá en su contra como arma arrojadiza para justificar que se esté haciendo la investidura a Sánchez este fin de semana que es en el que llegan los Reyes Magos. Habrá que recurrir al rigor constitucional para recordar que las vacaciones son un derecho y, por la cara que lucía Ábalos, una necesidad. El ser humano suele tener en común que si se le mete mucha presión termina por reventarte alguna cañería. Por eso es normal que cualquier político se coja y deba cogerse vacaciones. Fuera de esta, por otra parte, simpleza, que él ha elevado a titular, la política que están haciendo, desordena a la sociedad. Ni más ni menos que una gran falta de respeto. Sánchez, como principal responsable, está entrando en los Reyes como un elefante en una cacharrería. Imagínense entrando uno de los elefantes más grandes registrados, con 11.000 kilos de peso y casi 4 metros de altura, con toda su oronda corpulencia cruzando por medio del salón donde los Reyes Magos deberían dejar con todo su mimo los regalos solicitados. Ese gesto afea el ambiente navideño que, sin duda, podrían haberlo aplazado dos días más. Si hemos esperado 4 años, no sé a qué se debe esta celeridad. Aunque, otra vez, puestos a especular, podría ser parte de la estrategia para pillar a los periodistas distraídos y pretendiendo este momento para hacer sus negocios en la oscuridad del silencio. Quizá, lo que se le olvida a Ábalos es que los periodistas estamos siempre de guardia. Ya verán qué pronto dejan de ver al ministro en funciones, Ábalos, tras la investidura, bien por vacaciones o porque se acabará su vida política para dedicarse a otras actividades.

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