NO me va a granjear, precisamente, muchas simpatías, pero admito que comulgo plenamente con la decisión del Real Betis de negarse a establecer precios especiales para las entradas de mujeres, no ya en el tan traído y llevado Betis B-Balona del próximo domingo, sino en cualquiera otro. No se fijan localidades de esas características en el cine, en el circo del sol o en los toros, así que no entiendo por qué debe existir en el fútbol, que hace tanto ya que rompió las barreras del machismo que no ha lugar ni el debate. Pero sobre todo me toca el amor propio, por hablar políticamente bien, que esas asociaciones que montan el pollo y que justifican trincagallinadas tipo "miembros y miembras" no hayan dado un paso adelante y hayan dicho aquello de que se rompe la paridad y de los derechos de la mujer a la igualdad. A la igualdad para todo, habría que aclarar. Ese tipo de gente le hace mucho, muchísimo daño al colectivo de mujeres que yo conozco, que no necesita de equiparaciones forzadas para ganarse puesto alguno. Afortunadamente, son las más.