Programas

¿Cómo movilizar a unos ciudadanos aletargados, con un desconcierto que la pandemia solo ha agravado?

En el deprimido panorama político español, ya la mera posibilidad, aunque lejana, de unas primarias en Andalucía, para la Presidencia de la Junta, despiertan de la impotencia reinante. Y como queda tiempo, los candidatos pueden preparar algo más sólido que unos espectáculos, con cuatro frases llamativas preparadas por expertos publicitarios. No es nada estimulante presentar, como propuestas políticas, una serie de primeros planos personales con las caras de los candidatos y el viejo anecdotario de conflictos con los enemigos de siempre. Y las cosas podrían ir por ahí, sino se pone empeño en remediarlas. La ambición es primer y necesario motivo, pero es posible recubrirla ofreciendo alguna novedad que movilice a los votantes, primero a los militantes en las primarias y luego al conjunto de los andaluces. ¿Y cómo movilizar a unos ciudadanos aletargados, con un desconcierto que la pandemia solo ha agravado? Para ello, esos aspirantes deberían salir de su encierro partidista, escuchar a la gente y contar con esos andaluces que, sin militar en un partido, estarían dispuestos, sin embargo, a contribuir elaborando ideas, propuestas, programas para enfrentarse con los problemas pendientes. Esa llamada, el candidato, debería hacerla con tal convicción que atrajera a los que la militancia política no atrae, pero si les gustaría participar en un proyecto teórico (un programa) en el que se articularan los problemas que Andalucía arrastra. Podría ser una ocasión de oro para convocar a profesores, intelectuales, escritores, sociólogos, economistas, y otros con dedicaciones similares, dispuestos a poner su conocimiento y voluntad en beneficio de uno u otro programa, según su particular sesgo político. Conseguir esta ayuda y cohesión no es fácil, porque lo que existe ahora, a este respecto, es un desierto, sin apenas vasos comunicantes. En Andalucía las articulaciones de los mundos de la política, la cultura y la universidad son pobres, casi inexistentes. Pero este sería un momento propicio para tender puentes cuando menos provisionales. De los candidatos a la ppresidencia de la Junta no importaría tanto su pasado como que asumieran una nueva forma de escuchar, de ser receptivos y crear expectativas. Lo cual se manifiesta en acoger propuestas, discutirlas, transformarlas en programas disponibles y difundirlos. Es decir, cada candidato avalaría un libro blanco, para debatir las cuestiones palpitantes, dando pie así a que los andaluces abandonen su letargo, discutan y opinen.

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