Profesión y trabajo

Con la pandemia descubrimos que la base sobre la que se sustenta el sistema sanitario es la Atención Primaria

Esta es una historia real. El protagonista es una de las mejores personas que conozco, un excelente médico de Atención Primaria, vocacional y dedicado a su tarea en cuerpo y alma. Sin embargo, la última vez que le ví, me dejó impresionado cuando me dijo que "cada vez le gustaba más su profesión y menos su trabajo". Era domingo y estaba apesadumbrado porque le habían informado de que de los nueve médicos que tenían el turno de mañana en el centro público en el que atendía diariamente a unos cuarenta pacientes, debido a las bajas, al día siguiente se iba a encontrar con que sólo acudirían tres, por lo que le esperaban más de 120 personas, de las cuales podría atender malamente sólo a la mitad.

¿Y no hay manera de cubrir las ausencias?, pregunté ingenuamente. Había leído que las comunidades autónomas habían finalizado el año sin invertir la totalidad de sus presupuestos, y las facultades de Medicina no dejan de graduar un número importante de médicos a quienes luego les cuesta encontrar trabajo, por lo que el problema en todo caso parecía más de gestión que de otra cosa. No, me respondió rotundo, y continuó. Ha habido dos problemas con la sexta ola. El primero ha sido nuevamente la falta de prevención por parte de la Administración central, incapaz incluso de aprobar una norma común para el caso de que hubiera una pandemia; el segundo, la laxitud que en algunas comunidades autónomas se ha practicado durante las pasadas Navidades. El resultado ya se conoce: récords en contagios, consultas desbordadas y una actitud generalizada de que ésto pasará igual que vino. Se está imponiendo la filosofía del Laissez faire, laissez passer.

Los ciudadanos pedimos que nuestra sanidad pública nos ofrezca buenos especialistas, sin listas de espera, operaciones rápidas y con buenas habitaciones. Esas son las prioridades y como no hay dinero para todo se está sacrificando la Atención Primaria. Pocos estudiantes de Medicina eligen su práctica, porque además está mal pagada. Pero llega una pandemia y descubrimos que la base sobre la que se sustenta todo el sistema sanitario es la Atención Primaria y que a los médicos imprescindibles, los que nos cuidan y conocen, los hemos convertidos en expendedores de recetas. Y al hacerlo todo se tambalea y paraliza. Porque una sanidad sin Atención Primaria es como un coche sin ruedas, ni puertas.

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