El mástil

Ildefonso / Sena / Isena@imagenta.es

Petardos

SI cada año por estas fechas algunos quiosqueros aprovechan para hacer su agosto navideño, y no precisamente con las pipas, en esta ocasión el desmadre no ha tenido precedentes al menos donde el arriba firmante tiene la suerte y, a veces, la desgracia de vivir.

Auténticas bandas de pequeños y no tanto hijos de sus padres han convertido Tarifa en un verdadero campo de minas, petardeando a diestro y siniestro con total impunidad y sin que, lamentablemente, le explotara algunos de ellos en los mismísimos huevos.

La pregunta del millón es qué han hecho quienes debían impedirlo. Me da la espina de que el contencioso que desde el pasado verano mantienen con el Consistorio no está, ni mucho menos, acabado, con lo cual quienes pagan finalmente los platos rotos somos los que contribuimos a mantener sus sueldos y reivindicaciones, que no es poco.

En un pueblo de no recuerdo dónde, un anciano hasta las gónadas de soportar que le petardearan la puerta dio por concluido su paso por este mundo tras ser acuchillado por su propio hijo.

El hombre se había tirado a la calle, escopeta en mano, con intenciones de volarle el trasero a la panda de mamones verdadero origen del conflicto familiar.

Con eso pretendo decir que males mayores tendrán que pasar para que de una puñetera vez se ponga coto a este vicio de ponerle pólvora a la fiesta, aún cuando esta se celebre lejos de Valencia. Lástima que no la tiren en la misma plaza de Santa María, a ver si se enteran.

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