Crónicas Levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

jmmarques@diariodecadiz.com

Pedro el Fuerte

A Sánchez no le hizo caso el mundo judicial, ni el Ibex ni las corporaciones mediáticas, y ahora va a ocupar poder

Mariano Rajoy y José Luis Rodríguez Zapatero fueron presidentes soft. Aunque con distinta fortuna, uno tragó más de lo admitible con los independentistas y el otro hizo del talante un modo de gobierno, tanto que dejó plena libertad en Televisión Española. Felipe y Aznar fueron halcones, ocuparon tantos espacios de poder como pudieron, y Pedro Sánchez es de esta estirpe, el nombramiento de Dolores Delegado como fiscal general del Estado indica que el presidente no va a ceder en ninguna de sus prerrogativas legales. Juan Carlos Campo es el ministro para las relaciones con la Administración de Justicia, la fiscal general es ejercicio de la Justicia.

Explican que para desjudicializar la política hay que politizar la Justicia, aunque mejor hubiese convenido despolitizarla. Eso era lo que proponía Ciudadanos antes de que Albert Rivera compartiera pícnic en Colón con Abascal y Ortega Smith; una pena esto de los naranjas que antepusieron su estrategia electoral a la regeneración de las instituciones. Sánchez lo ha comprendido. Puesto que el PP seguirá bloqueando la renovación del Consejo General y del Tribunal Constitucional porque le interesa la foto fija del pasado, el presidente se coloca en modo gas expansivo, llegará hasta donde las leyes le permitan.

El día previo a su sesión de investidura, la Junta Electoral Central tensó la alianza entre los socios al declarar inhábil a Quim Torra. Pudo hacer un ejercicio de prudencia y no haberse prestado a una maniobra que colisionaba con lo que en horas iba a pasar en el Congreso. Es este tipo de acciones lo que provoca esas reacciones que conforman lo que es la politización de la Justicia, cuyo mejor maestro ha sido Federico Trillo, que tocó todos los palos de este poder independiente del Estado.

Pedro, además de resistente, es fuerte. O se hace el fuerte. Si hay que montarse en el Falcon, se sube tres veces; si hay que sacar a Franco de Cuelgamuros, se saca, y si hay que nombrar a 22 ministros y cuatro vicepresidentes, se hace. Este presidente sabe cómo es la debilidad que debió sentir Suárez en sus últimos años, a Pedro Sánchez no le hizo caso el mundo judicial, ni el Ibex ni las grandes corporaciones mediáticas. Ni los notables de su partido y, claro, ha aprendido de esta mala manera cómo se ocupa el poder. Sabe otra realidad, que el mundo de las redes y de las tertulias es tan fugaz como poderoso y que no hay polémica que dure más de cuatro días. Si algo admitió en campaña electoral es que la Fiscalía General era suya. Pues eso.

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