La crisis del coronavirus nos ha puesto ante el espejo de nuestras fortalezas y debilidades. También ante nuestras contradicciones, tan dados que somos a la ley del embudo: la parte ancha para mí, la estrecha para los demás. Seguimos inquietos por las cifras de enfermos y fallecidos y buscamos entre las autoridades a los culpables de los errores habidos; ahora bien, defendemos ir la playa cuando y como nos plazca, pasar las horas muertas con nuestra peña de amigos en una terraza y hasta caminar por la calle sin la molesta mascarilla. Será casualidad, pero en Málaga, donde tanto clamaron por pasar de la fase 2 a la 3 de la desescalada antes de aguantar los 15 días de rigor, se ha declarado el mayor brote de la enfermedad de Andalucía, con decenas de contagiados. Eso sí, ya tienen a los británicos torrándose al sol, que era el objetivo.

El panorama en el Campo de Gibraltar es bien distinto y complejo. Nuestro modelo turístico dista afortunadamente de la masificación de la Costa del Sol. Nuestra avalancha de visitantes y nuestro reto cada año se llama Operación Paso del Estrecho (OPE). En 2019 y solo por los puertos de Algeciras y Tarifa -sumados los desplazamientos de ida y vuelta a Marruecos- pasaron más de 2,5 millones de viajeros y medio millón de coches. A estas alturas del año deberíamos llevar dos semanas con el Llano Amarillo ocupado por los vehículos, esperando embarcar en los ferris, pero la Covid-19 y el cierre de fronteras para las personas por parte del país vecino han aplazado esa escena. La duda es hasta cuándo será así y si, para cuando llegue el momento, estaremos preparados para afrontar el previsible aluvión de personas llegadas desde toda Europa para cruzar.

El Gobierno asegura que todo estará listo para cuando Marruecos se decida a levantar las barreras, si bien desde la perspectiva -y experiencia- campogibraltareña sabemos que no todo consiste en reforzar policialmente las carreteras. Es la primera vez que afrontaremos una posible OPE en medio de una pandemia y la proliferación de focos de contagio acá y allá debe llevar a las autoridades a extremar las precauciones porque cada persona en tránsito hacia el Estrecho es candidata a contagiarse y a propagar el virus.

¿Se establecerán puntos de control sanitario antes de que los vehículos lleguen al Campo de Gibraltar? ¿Los hará Marruecos antes de que las personas embarquen en sus puertos en el viaje de vuelta? ¿Está en previsión montar un hospital de campaña para la posible atención aislada de los enfermos? Demasiadas incógnitas por despejar. Circunstancias como un temporal que impida navegar a los barcos, problemas en las navieras u otras circunstancias pueden convertir a Algeciras y Tarifa en puntos críticos para las personas y los vehículos donde la distancia social de seguridad sea complicada. Mejor siempre prevenir que improvisar.