Parar a Sánchez en Andalucía

Las cosas no van como gustaría al tándem intercambiable del tibio y del corrupto

Lo único seguro es que la última trastada de Sánchez y su tocogobierno será sepultada por la próxima, como demuestra la irrebatible experiencia de todos estos largos años que a muchos nos parecen ya siglos. Sinceramente, dan ganas de reír ante los aspavientos de unos y otros, tan parecidos a los de las viejas de antaño ante las travesuras del niño de la vecina. Si nadie va a poner remedio, constitucional por supuesto, por favor no molesten. Ya llevamos algún tiempo traspasando las líneas rojas que en cualquier país con bandera e himno suponen la seguridad y la inviolabilidad del Estado, pero hay que reconocer que la frivolidad criminal del Gobierno sólo es comparable a las tragaderas de la oposición mayoritaria, los medios y la opinión. ¿Hay alguien consciente ahí arriba de las consecuencias del demencial juego a tres con Argelia y Marruecos en la presente coyuntura internacional y con el abismal descrédito de la diplomacia y la política exterior que padecemos? ¿Nadie tiene ya autoridad para llamar al orden a un presidente enloquecido e incapaz? ¿Puede alguien convencerme de que la democracia consiste en esto, en el silencio y el sometimiento de todas las instituciones a los juegos de trilero de un mentiroso contumaz y vendepatrias?

Como en los momentos más duros y sublimes de nuestra historia, la inutilidad y cobardía de las élites contrasta con la creciente conciencia que el pueblo llano va tomando de la situación, por más que la euforia tras la superación del penúltimo coletazo de la pandemia pueda hacer pensar otra cosa. El trampantojo se llena de agujeros tras los que la realidad se hace visible, irrumpe, ocupa el escenario y pide escoba. Lo vamos a ver muy pronto en Andalucía, tan seguro estoy de ello como se teme el presidente de la Cope, Fernando Giménez Barriocanal, quien en unas instrucciones que merecen pasar a la historia del periodismo, capítulo de infamias, ha pretendido manipular los debates radiofónicos de su cadena para perjudicar a Macarena Olona frente a Juanma y Espadas. Puertas al campo. Que el director de Cope Andalucía, Adolfo Arjona, se haya desmarcado de la burda maniobra en gesto que lo ennoblece, es muestra elocuente de que las cosas no van como gustaría al tándem intercambiable del tibio y del corrupto, dispuestos a entenderse sobre mano y bajo cuerda. Por supuesto, en bien de todos. Por supuesto.

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