La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Pan, toros y Morantes

Es lógico y saludable el debate en torno a la fiesta. No lo son la censura y el afán por prohibir

A la vez que Twitter censura una cuenta dedicada a Morante de la Puebla leo que se publica la segunda edición de Pan y toros. Breve historia del pensamiento antitaurino español de Juan Ignacio Codina (Plaza y Valdés Editores). Es lógico y saludable que haya partidarios y detractores de la fiesta. Todo debate documentado y razonado enriquece. Lo que no es ni lógico ni saludable es la censura, el afán por prohibir y la utilización de argumentos erróneos. Casos de Twitter y del mencionado libro.

"La exposición a escenas sangrientas puede ser perjudicial, especialmente si el contenido se publica con la intención de provocar deleite en la crueldad o por placer sádico" ha señalado Twitter. Mal censurar y peor hacerlo sin conocimiento de causa. No es intención o fin de la tauromaquia provocar deleite en la crueldad u ofrecer placer sádico. Ningún aficionado acude a una plaza de toros para deleitarse o disfrutar sádicamente con la muerte del toro. Es la buena faena lo que le deleita y le produce placer.

La editorial de Pan y toros afirma que "gracias a esta investigación ahora sabemos que ilustres mujeres y hombres del ámbito de la cultura, el arte, la filosofía, la ciencia y la literatura denunciaron en cada momento histórico la tauromaquia, considerándola como una barbarie que debe ser cuestionada, combatida y, en último extremo, erradicada". No es necesario oponer a su lista de talentos antitaurinos otra de talentos aficionados. Son suficientemente conocidos. Y posiblemente superiores. Porque no es fácil encontrar pintores, escritores, pensadores, músicos o periodistas superiores a Picasso, Lorca, Ortega y Gasset, Turina, Gregorio Corrochano o Joaquín Vidal. A lo inexacto se suma la manía de prohibir, exigiendo que esta "barbarie" sea "erradicada".

Tampoco aciertan los editores del libro al afirmar que la tauromaquia es "un espectáculo basado en la tortura de un animal inocente" (¿hay animales inocentes y no inocentes? ¿no son inocentes las reses, aves y pescados sacrificados en aras del placer gastronómico?) y que el movimiento antitaurino es una forma de oponerse "a esta burda forma de manipulación del pueblo, un pueblo más necesitado de cultura y educación que de sangrientos espectáculos". ¿De verdad creen, como los antiguos regeneracionistas, que los toros, hoy, son panem et circenses para manipular a un pueblo inculto e ignorante?

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