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josé aguilar Ignacio Martínez

Pacto bastardo e innecesarioLa vía Varoufakis

¿Qué hay de malo en pactar con un partido legal como EH Bildu? Todo. Sánchez prometió cinco veces no hacerlo nuncaPara el país ha sido fatal que Sánchez y Rivera ignoraran la mayoría de 180 diputados que sumaban en abril de 2019

Qué hay de malo en pactar con un partido legal como EH Bildu? Todo: el contenido del pacto, los protagonistas, la forma en que se ha gestado, las consecuencias en la política de alianzas, los daños que ha causado y hasta su inutilidad para los fines perseguidos por el Gobierno al pactar: sacar adelante la quinta prórroga del estado de alarma para combatir la pandemia del coronavirus.

Vamos por partes, que diría Jack el Destripador. Es ya legendaria la facilidad que tiene Pedro Sánchez para hacer lo contrario de lo que dice, y lo poco que tarda en incumplir sus compromisos. Mientras más solemnemente promete una cosa menos tiempo tarda en olvidarla. "No voy a pactar nada con Bildu, se lo repito cinco veces si quiere, o veinte", vino a decirle, jactancioso, al presentador de Los desayunos de TVE al principio de la legislatura. No es que rectifique, es que lo único que no cambia en su conducta es la rectificación permanente. Le cueste lo que le cueste.

A veces lo que le cuesta es un mordisco más a su ya mermada credibilidad, que se va aproximando a la de Pinocho. En esta ocasión la gravedad se multiplica por la singularidad del ex réprobo con el que se pacta. Si hay un partido en la política española que merezca un cordón sanitario de todos los demócratas para aislarlo de cualquier papel institucional, ese es Bildu. Heredero de Herri Batasuna -brazo político de ETA, según el Tribunal Supremo (2003)-, que dejó de jalear los asesinatos terroristas no por la convicción de que matar está mal, sino por el convencimiento de que no ayudaba al objetivo deseado. Nunca han condenado la violencia etarra, y nunca lo harán. Qué digo la violencia etarra, ¡mientras ellos firmaban el pacto con el PSOE sus compadres atacaban la casa de la secretaria socialista vasca! Para vergüenza de Sánchez.

Y todo esto para conseguir la abstención -ni siquiera el voto afirmativo- de los cinco diputados de Bildu a la nueva prórroga por quince días del estado de alarma que concede poderes excepcionales a un gobierno en precario en el Congreso. El pacto sobre la reforma laboral resultó un regalo innecesario a los batasunos porque la prórroga ya salía aprobada gracias a Ciudadanos. El precio, tremendo: ruptura con la patronal, división en el Gobierno y en el PSOE (freno a la reconstrucción, cabreo del PNV y malestar en Europa). Nunca un pacto hizo tanto daño en tantas direcciones. Y tan rápidamente.

Mañana hablamos de su contenido y de cómo se ha preparado y perpetrado.

HAY una manera tremendista y provocadora de relacionarse con la Unión Europea. Da notoriedad a sus protagonistas, pero tiene un inconveniente: el recorrido corto de estas estrellas. Es la vía del griego Varoufakis, por la que ha optado el Gobierno español. El anuncio de un acuerdo casi clandestino para suprimir íntegramente la reforma laboral en plena pandemia le echa una mano a la intransigencia de Holanda y sus aliados frugales de los que se ha separado Alemania.

El gobierno progresista ha pactado la derogación con un grupo independentista vasco, que organiza homenajes a los asesinos de ETA cuando salen de prisión, para irritación de la sociedad española más allá de las ideologías. Lo hace un gobierno en minoría, en vísperas de decisiones trascendentales sobre centenares de miles de millones de euros de la UE, sin aviso previo a patronal y sindicatos, sin comunicarlo a sus socios o aliados circunstanciales, a cambio de una abstención de Bildu que no necesitaba para prolongar el estado de alarma.

¿Por qué? Probablemente por la perniciosa dependencia del marketing del jefe de Gobierno. Mientras hablamos de esto obviamos que tenemos todavía de setecientos a mil muertos semanales. La patronal española se ha levantado de la mesa para el diálogo social y los secretarios de UGT y CCOO no salían de su asombro la noche del miércoles. Es un desplante del dúo PSOE-Podemos a las instituciones europeas, pero al mismo tiempo un recado a ERC, su enfurruñado colega de moción de censura e investidura, que amenaza con cancelar la legislatura. Sánchez les demuestra que puede darse una vuelta por el lado peligroso, como Lou Reed, jugando a los dados con el estado de ánimo y la estabilidad del país.

El presidente ha usado muchos recursos de marketing: gadgets como gafas de sol de estética kennediana, ropa deportiva del gusto de Obama, y hasta un first dog como Roosevelt. Ahora que se ha puesto la chupa de cuero de Varoufakis, le falta una Yamaha 1.300 como la del enfant terrible ateniense, que duró 159 días como ministro de Finanzas de Tsipras. Sánchez, sin embargo, cumple dos años de primer ministro el 2 de junio. Ya supera en tres meses la duración del mandato de Calvo Sotelo. Ignorar, como hicieron él y Rivera, los 180 diputados que los españoles les dieron hace un año para hacer un gobierno moderado con mayoría parlamentaria, a Albert lo condenó al ostracismo y a Pedro le ha salido rentable, aunque esté todo el día en el alambre. Pero para el país ha sido fatal. La escasez de adultos en gobierno y oposición estimula el tremendismo.

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