La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

De Osuna a París e Indonesia

Con pocas horas de diferencia, presuntos o confesos islamistas han agredido en Osuna y asesinado en París y Surabaya

Osuna, París, Surabaya. Pocas horas de diferencia. En el recinto ferial de Osuna, al grito de "Alá es grande", un sujeto de origen magrebí provoca el pánico intentando agredir a varias personas y lesionando a varios miembros de Protección Civil. En París, en el céntrico y concurrido distrito de la Ópera, un individuo de origen checheno nacionalizado francés y fichado por la Policía como radicalizado asesina a puñaladas a una persona e hiere a otras cuatro al grito de "Alá es grande"; el terrorista, abatido por la Policía es reivindicado por el Daesh como "soldado del Estado Islámico". En Surabaya, Indonesia, un grupo armado yihadista ataca con explosivos tres iglesias cristianas, asesinando al menos a 11 personas e hiriendo a otras 40.

Todo el mundo está bajo la amenaza global islamista. El pasado mes de marzo se produjeron 136 atentados que causaron 565 víctimas y en abril fueron 108 atentados con 620 víctimas, en ambos casos en 18 países. En los últimos diez días han sido arrestados varios presuntos yihadistas senegaleses y magrebíes en San Isidro (Tenerife), Lorca (Muricia) y Abadiño (Vizcaya). Y no se apresuren los de siempre a calificar de antimusulmán que se llame islamista a este terrorismo porque, según la RAE, significa partidario del integrismo musulmán.

La Policía trabaja. Se producen detenciones y se evitan atentados. Pero el número de potenciales terroristas, su dispersión por todo el mundo, su infiltración en Europa como inmigrantes acogidos o como ciudadanos europeos y la escasa o nula cooperación decidida y activa de la mayoría musulmana no radicalizada suponen desafíos y peligros que no se abordan con la claridad suficiente por miedo a engordar la xenofobia antimusulmana.

La colaboración de los musulmanes es clave porque la derrota de los islamistas tiene que empezar necesariamente desde dentro del Islam como un movimiento de rechazo y denuncia de la minoría violenta. Pero no se produce. En parte porque los yihadistas asesinan por igual a los "infieles" y a los musulmanes que consideran tibios o traidores al fundamentalismo. Bien lo sabemos aquí, donde en 1145 los almohades cargaron por igual contra los musulmanes según ellos occidentalizados y contra los cristianos. La cuestión no es de hoy ni tiene como causa principal, como con tan poco fundamente se repite, el poscolonialismo o los errores de las potencias occidentales. Antes que nada es un problema intramusulmán.

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