Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

¡Oh! Era la corbata

La mayoría de los mensajes políticos son simples, y no digamos en periodos electorales: entonces no sólo son simples, sino bravucones y, por norma, mentirosos. La simplicidad es algo muy valorado, en la misma medida en que pensar con nuestra propia cabeza es una peonada intelectual de la que solemos prescindir: dudar estresa, "no te comas tanto el coco, compadre". Esta semana, el presidente del Gobierno nos ha dejado de piedra con una frase soltada con su habitual solemnidad de pies de barro. El mensaje no es que sea simple, es que es desolador. Sánchez, pagado de sí ya a niveles decadentídismos, ha dicho en una rueda de prensa que había ido allí sin corbata para dar ejemplo y promover el ahorro energético. Y no sólo eso, sino que había instado a sus "ministros y todos los responsables públicos" a seguir su revolucionario ejemplo... no con la donosura natural del jefe del Gobierno, inigualable, sino en la medida posible según el porte de cada cual. No se ha visto una genialidad igual. Uno se pregunta, ¿para qué?, porque, por supuesto, no se trata de una boutade improvisada. Con estos asesores, quién quiere enemigos.

Renunciemos a investigar qué diantres tiene que ver la corbata -bonito complemento de etiqueta masculina- con el ahorro de energía, en un momento en el que la energía es el asunto central de nuestro futuro. ¡Matar cambios climáticos a corbatazos!, y lo patético es lo que parece subyacer: "Miradme a mí, seguid mi ejemplo, aunque no seáis tan apuestos, lo cual es muy normal, lo siento por vosotros". La solemne vanidad, la presidencial puerilidad. No sé si esta declaración tan alucinante tiene que ver con una táctica para desviar la atención de las cosas de verdad -el impuesto a la banca y a las energéticas-; espero que al menos sea esto, o si no, no sabe uno si cortarse las venas, o dejárselas largas. Según los contextos laborales o festivos, la corbata es una norma o una gentileza, y probablemente en tierras de calor acabe por dejar de ser código indumentario obligado. Pero la corbata, ¿qué leches tiene que ver con el ahorro de aire acondicionado? No nos extendamos en comparaciones triviales, mas, ¿y los trajes de ministros y ministras que van a la tintorería, que son una nadería comparada con el gasto en coches oficiales? Si el Protocolo de Kyoto y la Agenda 2030 tienen que considerar importante el uso de la corbata en verano, y un presidente de un país atribulado nos descubre tal alquimia como quien descubre una clave de la sostenibilidad', aviados estamos.

Para colgarse un rato con una italiana de cachemir.

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