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Lo mejor es que hay gente joven que lucha y trabaja por lo que cree y no espera que le caiga una "paguita"

Dicen que el silencio es un bien que se paga muy caro en las grandes ciudades. Sólo en las lujosas urbanizaciones del extrarradio se puede vivir con las ventanas abiertas, disfrutando de la naturaleza y pudiendo escuchar hasta tus propios pensamientos. Sin embargo, aquí en el Campo de Gibraltar, esos lujos los tenemos gratis y muy cerca. Basta desplazarse a la bella ciudad de Castellar de la Frontera, pasear por sus calles, hablar con sus gentes para ver cómo entramos en un tempo diferente, relajado, que ayuda a la mente a descansar del ajetreo cotidiano. Siempre he disfrutado con mis visitas a Castellar, en la que no falta el saludo al Cristo de la Almoraima, el primer chisparrero. Ahora, además, cuento con dos nuevos incentivos.

A la entrada de la población se encuentra Gatrokook, una panadería-pastelería que no tiene nada que envidiar, en su producción, a los grandes reposteros centroeuropeos. La pareja joven que lo comanda, formada por Lorena y Daniel, ha logrado su sueño de formar una empresa que navega viento en popa tras su paso por los mejores centros formativos y el trabajo en varios países. Créanme si les digo que el roscón de reyes, de la última Navidad, fue el mejor que he probado en mi provecta edad. Un brioche de ensueño con un relleno de nata de la de antes y poco más. Allí peregrinamos un numeroso grupo de adeptos a la religión del dulce y el buen pan y nunca salimos defraudados. En otra parte del pueblo, detrás del Centro de Salud, se encuentra el restaurante Origen, en el que otra pareja joven, Noelia y Joaquín, han materializado su idea gastronómica de recuperar los viejos sabores. El ambiente en el que predominan la madera, el corcho y los pequeños enseres de mimbre predispone a la degustación de una cocina de estación, con ingredientes procedentes del entorno más cercano. También disponen de una terraza, rodeada de verde, que es un encanto. En los postres, tienen un tatín de manzana en porción individual que sirven recién sacado del horno. Una auténtica delicia.

A nada de esto es ajeno el Ayuntamiento de Castellar, que está llevando a cabo una inteligente operación de captación de emprendedores que sin duda beneficia a su pueblo. Para mí lo mejor es que hay gente joven que lucha y trabaja por lo que cree y no espera que como el maná, le caiga una "paguita" o una subvención. Son nuestro futuro.

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