Netflix, la plataforma audiovisual de moda, con más de seis millones de usuarios en España no liquida aquí sus impuestos. Paga la simbólica cantidad de 3.146 euros al año, menos que un asalariado nacional medio. El nuevo capitalismo tecnológico aplica una doctrina marxista para eludir al fisco; estos llevan la contabilidad desde una filial holandesa y sus millones de beneficios en España se evaporan en la nube. Es un marxismo de Groucho, que aplica la parte contratante de la parte contratante de la segunda parte… Hay múltiples recursos para hacerlo. Y tienen nombres exóticos, que parecen sacados de un menú de Starbucks: el doble irlandés, el sándwich holandés o el solo maltés. Sociedades pantalla, peloteo por un entramado de empresas que acaba con los fondos en un paraíso fiscal…

Netflix no es la única. La segunda gran plataforma multinacional de contenidos, HBO, paga 45.000 euros en España y la poderosa Amazon 55.000. Es un problema general. Un informe reciente del Grupo de la Izquierda Unitaria en el Parlamento Europeo cifraba en el 0,7% los impuestos que había pagado Apple entre 2015 y 2017 en Europa, utilizando subterfugios en Irlanda y la Isla de Jersey. En ese periodo habría ingresado 13.900 millones en la Hacienda de Estados Unidos y 1.700 en las del resto del mundo. Parece que a los grandes países del planeta les vienen grandes estos gigantes tecnológicos. Cuando se produjo el ataque a las Torres Gemelas en 2001 el presidente norteamericano W. Bush prometió acabar con los paraísos fiscales. Cuando llegó la gran recesión de 2008, el presidente francés Sarkozy hizo un teatrero llamamiento a refundar el capitalismo desde una base ética. Pero ni lo uno ni lo otro. La Cumbre del G-20 en Osaka se ha ocupado del cambio climático, la tregua en la guerra comercial chino americana, e Irán. Ni paraísos, ni ética.

Cuando el banquero Juan March empezó a intrigar contra la II República, el ministro de Hacienda Jaime Carner pronunció una frase que se hizo célebre: "O la República acaba con March o March acabará con la República". Ocurrió lo segundo. Ahora los líderes del mundo podrían dedicar una expresión parecida a los Google, Apple, Facebook, Amazon y compañía. Se ha fabricado un acrónimo para designarlos, GAFA. La Unión Europea quiere aplicarles un impuesto mínimo, que España pretende que sea del 3%, Austria del 5%, y Francia -que ha sido la pionera- lo ha puesto en 500 millones de euros. Pero Trump ha advertido que lo consideraría una barrera comercial a sus compañías y amenaza con represalias a la industria europea del automóvil.

La hegemonía que estas empresas tienen sobre nuestras vidas empieza a ser abrumadora. Superior a la de los estados: controlan nuestros datos y escapan al control de los gobiernos. Y, además, ellos no pagan impuestos y usted sí.

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