Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

¿Yo? Narco, como mi padre

Hay herencias envenenadas más sutiles que la del Chapo a su 'júnior'

Podríamos denominar Síndrome de Júnior al mal causado por padres que se ocupan con denuedo del futuro laboral de sus hijos y desde edades virginales, y acaban por dañarlos al querer evitarles sus frustraciones, y así endosarles sus afanes de gloria y, a la postre, sus complejos: "Paquito, ingeniero, "Amparete, oposiciones", "Mi mediano, diagnosticado de altas capacidades, tiene el C-2 de inglés y alemán; ahora está en Dakota para completar su doble grado". Con ese empeño -de legítimo orgullo y en teoría responsable- se arriesga a trasladar a sus tiernas espaldas una carga que no les corresponde. Los primogénitos suelen ser víctimas propiciatorias de una herencia aspiracional que a veces conlleva más pasivos que activos: un patrimonio neto de dudoso valor.

Hay una variante histórica de esa proyección sobre Júnior, que es la de dar por hecho que tus pasos, sean los que sean, los seguirá un hijo, tu hereu profesional y sentimental, y puede que en ese empeño maleemos al inocente descendiente: ¿recuerdan al Jr. de la serie Dallas, que era más malo que, precisamente, pegarle a un padre? Las sagas familiares con entrega de un testigo vital que verdaderamente fructifique no son más en número que aquellas en las que algún júnior paga el pato, aunque sea riquito: cabe el riesgo de crear un improductivo miembro de lo que en EE.UU. llaman Club del Esperma Afortunado. Afortunado... o no tanto: rentistas tan adinerados como infelices crónicos, los hay. Puede que la mano que echemos al sucesor sea directa al cuello. Una cuestión de medida, y de verdadera generosidad.

Esta semana hemos sabido que el hijo del narco mexicano de Sinaloa Chapo Guzmán ha sido detenido. Como lo está su padre, que protagonizó una fuga de leyenda antes de acabar recluido en el país donde se consume la mayor parte de la droga que los parientes norteamericanos del sur trafican, no perdamos eso de vista. Ovidio Guzmán se hizo cargo de parte de la inmensa empresa familiar que creó su padre con la cocaína o la metanfetamina (Breaking Bad, por favor). El Chapo, al parecer, heredó a su vez el oficio de algunos antecesores, que ya cultivaban opio. El recién arrestado Chapito, en el natural esfuerzo por acreditarse socialmente, vivió en un barrio exclusivo y estudió en un colegio de los Legionarios de Cristo. Ahora tiene su ejército; y no huye, como tenía que hacer su padre: guerrea. Su gente, empleados de la corporación o cartel que oferta la droga a una demanda gringa -reiteremos-, ha defendido su menester con uñas y dientes y bazokas. Cayó Ovidio. Narco, como su padre.

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