Una vez más, las aguas del Estrecho de Gibraltar protagonizan el drama de la muerte y desaparición de personas que parten desde la orilla sur en busca de oportunidades en la orilla norte. En un día despejado, los apenas trece kilómetros que separan África de Europa parece un paso fácil y sencillo. Sin embargo, la realidad es otra, las fuertes corrientes dominantes, el trasiego de embarcaciones, los cambios de temperatura, los vientos que azotan la zona hacen de esta travesía en embarcaciones precarias una trampa mortal en un buen número de ocasiones.

Del reciente naufragio de la patera al suroeste de Trafalgar se han recuperado diez cadáveres y se buscan al menos quince personas desparecidas. Las aguas del estrecho que tantas veces han sido puente de comunicación entre los continentes vuelven a ser una fosa donde se entierran las vidas y las ilusiones de personas que abandonan sus hogares en la búsqueda de una vida mejor. Muchas veces sus cuerpos van a ser enterrados sin ni siquiera conocer sus nombres, su origen, quienes son sus padres y si dejan familia o hijos en sus países.

Llama la atención que esta noticia apenas suponga una pequeña nota a pie de página en los medios de comunicación y pase en general desapercibida ante la opinión pública. Afortunadamente, ante la indiferencia social e institucional frente la muerte y sufrimiento de los migrantes, una parte de la sociedad civil a través de varias ONGs como son Algeciras Acoge, la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía y la Asociación Intercultural Saladillo, que merecen un reconocimiento, ha realizado un sencillo acto consistente en una concentración.

Los flujos de migración del sur al norte en el estrecho de Gibraltar se van a multiplicar en los próximos años por una compleja variedad de causas derivadas de la inestabilidad general del continente africano, la falta de oportunidades, la carencia de estructuras estatales medianamente sólidas que contribuyan a mejorar la vida de las personas, el auge del terrorismo yihaidista en el Sahel y la degradación ambiental producida por el cambio climático, entre otros muchos factores. Sin embargo, en el norte del estrecho se produce una sorprendente paradoja. Las sociedades envejecen y en muchas profesiones no hay relevo generacional y no se cubren muchos puestos de trabajo necesarios para el mantenimiento de la actividad productiva y la sostenibilidad de los sistemas públicos de pensiones. Por todo ello, la UE, en su propio interés, debe encontrar vías ordenadas y seguras para canalizar los flujos migratorios aliviando la desesperación que empuja hacia travesías que muchas veces tienen como destino final no Europa, sino la muerte.

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